En el umbral de la vejez, una mujer de carne y hueso puso sitio al anacoreta en su cueva. Con cualquier pretexto entraba al aposento y lo invadía con un fuerte aroma de sudor y de lana, de joven mujer campesina recalentada por el sol.
El caballero perdió la cabeza, pero lejos de atrapar a la que tenía enfrente, se echó en pos a través de páginas y páginas, de un pomposo engendro de fantasía. Caminó muchas leguas, alanceó corderos y molinos, desbarbó unas cuantas encinas y dio tres o cuatro zapatetas en el aire.
Al volver de la búsqueda infructuosa, la muerte le aguardaba en la puerta de su casa. Sólo tuvo tiempo para dictar un testamento cavernoso, desde el fondo de su alma reseca. Pero un rostro polvoriento de pastora se lavó con lágrimas verdaderas, y tuvo un destello inútil ante la tumba del caballero demente.
Texto tomado de:
http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/arreola/teoria.htm
Imagen tomada de:
Soy editora de una revista de arte llamada Imagen, en Venezuela, y estoy muy interesada en la foto del escritor Juan José Arreola, publicada en el Blog Un claro del bosque. ¿Quién es el fotógrafo? podré usarla para un artículo de la revista sobre narradores?
ResponderEliminarSoy editora de una revista de arte llamada Imagen, en Venezuela, y estoy muy interesada en la foto del escritor Juan José Arreola, publicada en el Blog Un claro del bosque. ¿Quién es el fotógrafo? podré usarla para un artículo de la revista sobre narradores?
ResponderEliminarSaludos, leí tu participación en Un Cuento en Común. ¡Me pareció la mejor en varios sentidos!
ResponderEliminarEso sí,tu blog está bien elevado jajaja, pero me daré una vueltita filosófica de vez en cuando n_n