jueves, 6 de septiembre de 2007

La Voluntad de Amar


Por
Jesús Ademir Morales Rojas



“El convencimiento de que el mundo, y por consiguiente el hombre, son tales que no debieran existir, es de naturaleza a propósito para llenarnos de indulgencia unos con otros. ¿Qué puede esperarse en efecto, de tal especie de seres? A veces me parece que la manera conveniente de saludarse de hombre a hombre, en vez de decir señor, sir, etc ; pudiera ser: “Compañero de sufrimientos o compañero de miserias”. Por extraño que parezca esto, la expresión es justa, y recuerda la necesidad de la tolerancia, de la paciencia, de la indulgencia, del amor, y de que por consiguiente, cada uno es un deudor de algo.”
Arthur Schopenhauer

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Volvía Schopenhauer a su espaciosa residencia, tras haber sido homenajeado por parte de sus editores, en la Universidad de Francfort, por mérito de las altas ventas de su última obra: un volumen compilatorio de aforismos.

Mientras su carruaje le llevaba conducido, a través de bosquecillos nevados, el filósofo pensó con amargura en cómo solamente, ya en el ocaso de sus días, comenzaba a ser escuchado con atención.

Tal pareciera que la aciaga verdad de la existencia, esa dolorosa certeza que le había costado una vida entera para poderla manifestar por medio de un planteamiento sistemático fundamentado; esa misma verdad de vida, sí, era sólo tolerable para las masas, asumiéndola de reojo, como disfrazada en la cómoda y elegante simplificación de lo aforístico y de lo anecdótico.

El conductor de su transporte hizo detener a los caballos momentáneamente para permitir el paso de una fila de niños inmersos en una lúdica excursión de bolas de nieve y risas. Schopenhauer al contemplarlos meditó en su propia infancia gris, aislada y tensa. Vivida en salas oscuras, atestadas de libros sofocantes y de tutores fríos y eficientes. Supervisada por un padre muy estricto, aunque justo, y una madre que nunca aceptó a Arthur, verdaderamente.

¡Cómo le habían zaherido a él, las burlas y los rechazos de los chicuelos, debido a su anormal madurez de carácter, a su inexperiencia en los juegos y tratos de niño!
Pero ya desde esa temprana edad, la semilla de su perspectiva del mundo, de ese mundo configurado por una ciega voluntad y sus falaces representaciones, germinaba en su atormentada conciencia.

No fue muy diferente su juventud, pensó un poco después, cuando su carruaje se había internado en la ciudad y pasara en su recorrido junto a un gran salón de celebraciones colmado de galanes en traje de etiqueta y sus núbiles acompañantes, que irradiaban sonrisas, enfundadas en lujosos vestidos de fiesta.

“De qué manera los ciega su falta de perspectiva, su escasez de sinceridad con respecto al reconocimiento de lo vano de sus acciones. ¡Si acaso aceptaran, que es una sorda vorágine de pulsiones la que los moviliza unos hacia otros! Que todos esos afeites y ornamentos, música y maneras, no son sino accesorios de una función meramente biológica…”

Schopenhauer ya se los había explicado ampliamente con argumentos, con pruebas.
¿Y qué había sucedido con “El mundo como voluntad y representación” su obra capital? Pues que había sido ignorada, y de esta suerte, todo su esfuerzo teórico, las fatigosas revisiones, las consultas, las lecturas, de nada le habían valido para un público zafio, ansioso de dialécticas y de fenomenologías. ¡De qué manera había sido marginado! Qué vacías habían estado las aulas, durante sus lecciones en la Facultad; mientras que en cambio ese burdo de Hegel, y su auditorio colmado de jóvenes sonrientes y esperanzados; comprometidos con ese discurso acerca de una razón totalizadora, en realidad, pensó Schopenhauer, autocomplaciente e inútil. Joven auditorio, joven, como esos enamorados ilusos que sonreían gallardamente a sus parejas y se entusiasmadas con la inminencia del baile próximo. Schopenhauer pensó en su particular mocedad, marcada por la timidez y los besos nunca obsequiados a muchacha alguna. La altivez de su espíritu elevado nunca le permitió prestarse a la charla común, a la jovial ocurrencia, a la broma galante. Su único acercamiento posible hacia las mujeres, casi se llevo a cabo cuando una vez, cuando ese joven discípulo suyo de la Facultad, Friedrich … , por ganarse su aprecio, lo había invitado a un sucio burdel. El púdico profesor Schopenhauer, no había aceptado (aunque en el muy fondo le habría encantado asistir) y guardó desde entonces un mayor recelo a ese brillante, pero excéntrico discípulo, que deambulaba por las áreas solitarias de la Universidad monologando sobre la tragedia y sus orígenes, sobre ultra-hombres y otras quimeras de pensamiento.

El amor de las mujeres simplemente no estaba a su nivel, pensó Schopenhauer, por eso él podía ser capaz de analizarlo con precisión científica, como quien disecciona una silvestre criatura para estudiar su estructura interna. “Un mero proceso, de la manifestación de la voluntad oculta del mundo, sólo eso y nada más.” Sentenció mentalmente.

Arribó por fin a su casa en Francfort. Descendió del carruaje sin agradecer al cochero. Ingresó a la vivienda. Un recado del ama de llaves Henrietta le comunicaba acerca de que había terminado sin contratiempos sus labores domésticas, y que al día siguiente estaría de vuelta puntual. Arthur Schopenhauer dobló el papel y lo arrojó a un cesto. Así prefería él conducirse con la servidumbre, y con todos los hombres si acaso fuera posible: relacionándose lo menos, hablando poco, viviendo apartado cultivando su sabiduría y su reflexión constante.

De pronto algo fuera de lo común lo sobresaltó. Buscó algo en varías habitaciones, al parecer infructuosamente. Nils, su perro pastor-alemán, no estaba a la vista. Era el único ser a quien Schopenhauer estimaba. Su compañero de soledades y de silencios. Nils no parecía dispuesto a responder a sus llamados. Schopenhauer revisó durante largo rato en el jardín cubierto de nieve. Finalmente localizó al animal: en su caseta con el hocico puesto sobre su almohadón, yacía muerto, por el frío.
Schopenhauer quedó pasmado ante el suceso; lo quiso corroborar, inspeccionó el cuerpo rígido una y otra vez, esperando un síntoma de vida, una esperanza olvidada, pero no hubo tal. Tomó entonces la cabeza inanimada del can, entre sus manos temblorosas. Un hondo dolor le taladró el corazón. En su interior se llevó a cabo una gran batalla. Algunas lágrimas cayeron por su rostro agotado, senil; pero luchó por recomponerse, se esforzó en ello.
“Nada de esto sucede como tal, es sólo una cortina de humo, las deducciones nos llevan al resultado evidente, ¡No puedo flaquear!”
Pero ¿cómo llevar lógica al recuerdo de esos ladridos de tierna dependencia, cuando Nils se llenaba de júbilo al verle arribar proveniente del mundo hostil, y lo ingresaba animosamente a su refugio de sencilla quietud, por medio de locas carreras a su alrededor y húmedas caricias, brindadas con lengüetazos apresurados a sus manos trémulas de anciano?
¿Cómo transmutar en silogismos esas tardes calmas, en que Schopenhauer estudiaba en su sillón notando el cuerpo tibio de Nils acurrucado en sus rodillas, feliz simplemente de acompañarlo, en un dócil reposo?

Su rostro se crispó. Estrechó el cuerpo frío del perro inerte, hizo una última tentativa desesperada por comprender, por asimilar racionalmente esa perdida, ese dolor inmenso que le abrumaba.
“No sentir, no pensar, no desmoronarse ante el contacto directo de esa voluntad imparable que tanto he estudiado. Me he preparado mucho para tomar conciencia de este momento, del instante en el que por fin sintiera toda la fuerza de su empuje imperioso, abrazando mi alma hasta la extenuación.”
“¡Oh Nils, mi fiel Nils…!”

Luego, sin más, la voluntad rompió el dique de su entereza y su resistencia de razones y pensamientos. Se abandonó a una libre tristeza, a un sentido lamento sin trabas, a la corriente de esa singular voluntad que ahora le expresaba su verdadera intención incomprensible, imposible de teorizar, sólo presta asumirla en el dolor de la pérdida, del arrebato del ser querido.

Sin importar la nevada feroz que comenzaba a caer, buscó largamente un lugar adecuado donde enterrar el cuerpo de su perro. Permaneció allí durante mucho tiempo, buscando hacerle llegar, su propia voluntad entregada, a su leal compañero, atravesando la nieve y las piedras húmedas que ya le cubrían.

Llegó la noche.

***

A la mañana siguiente arribó temprano Henrietta a la residencia silenciosa. Halló a Schopenhauer muerto en el diván. En el rostro quieto del filósofo advirtió una suave sonrisa. Llevaba abrazado entre sus manos frías el almohadón de su perro, mismo que resbaló cuando lo retiró Henrietta, y que cayó sin hacer ruido alguno, y se quedó quieto en el piso alfombrado.
Se quedó allí en paz.

Copyright © Jesús Ademir Morales Rojas. Todos los derechos reservados.


sábado, 1 de septiembre de 2007

Pequeño ensayo sobre David Lynch

Por
Jesús Ademir Morales Rojas


Abstract

...David Lynch, de la estirpe de Buñuel, y Jodorowsky; del inmenso Bergman y de Tarkovsky, adora pues, poner en jaque a todo sentido común, que ni se siente ni comunica. Y ataca astutamente Lynch, adosado a los muros de la ciudadela del delirio, la Dite de nuestros inferos más profundos.
Aquí quiere resaltarse, que ese talante particular de este director cinematográfico, ya se expone desde sus primeras tentativas, una de las más brillantes y perturbadoras, el cortometraje The alphabet del año 1967-1968 (años definitivos, en muchos sentidos)....


Seguir al Pequeño Ensayo sobre David Lynch:

http://www.escritorium.com/4387/jesus-ademir-morales-rojas/el-alfabeto-del-delirio-apuntes-sobre-david-lynch/

Imagen tomada de:
http://www.cinecin.com/davidlynch.asp?cat=thealphabet

viernes, 31 de agosto de 2007

El ardid (Infierno 8)


Por
Jesús Ademir Morales Rojas

K y Virgilio transitan dificultosamente a través del Infierno. De pronto aparece a su paso Dite, la laberíntica y temible ciudad de los demonios. Para seguir su marcha, es preciso atravesarla. No hay rodeos posibles. Toca Virgilio al portón. Abren. Habla entonces, Virgilio con los demonios. Estos, de pronto niegan con la cabeza. Cierran insolentes, en la cara del poeta. Virgilio vuelve al lado de K, pálido de rabia. Se consterna K, pero Virgilio lo tranquiliza: pronto arribará un enviado de lo alto para atender su percance, y permitirles seguir. Se sientan en una roca a esperar. Pero pasa el tiempo y no llega nadie. K no deja de mirar afligido al cielo, suspirando, y Virgilio se agobia de tedio, mientras hace garabatos con una rama en la arena calcinada. Pronto K, no puede más: se decide. Propone una estrategia a Virgilio, un ardid para ingresar a Dite. Llamará uno en la puerta delantera y poco después otro en la posterior. Mientras los demonios atiendan confundidos, y dejen desguarnecida una de las entradas, para acudir a la otra, será el momento preciso de adentrarse subrepticiamente allí. Virgilio está de acuerdo y se frota las manos lleno de contento. Proceden como lo habían planeado. Virgilio llama en la puerta principal y se oculta. Abren los demonios y se asoman. K en ese instante llama a la otra puerta. Los demonios se apresuran allá, dejando libre el paso. K regresa corriendo al lado de Virgilio y ambos entran apresuradamente a Dite. Cierran ambas puertas sin demora. Golpean entonces, los demonios indignados. K y Virgilio ríen y se felicitan como un par de cómplices. Pero justo en ese momento, escuchan grandes pesos siendo arrastrados. Sorprendidos por completo, nos pueden hacer ya nada. Los demonios han clausurado con rocas enormes, por fuera, ambas entradas. De esta manera K y Virgilio quedaron atrapados en el laberinto del Infierno, para toda la eternidad.


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Imagen tomada de:
http://www.darkmoon3d.com/tg-max/gallery/images/labyrinth.jpg

Más textos del autor:
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jueves, 30 de agosto de 2007

Rembrandt y el cuerpo


Por
John Berger

Cuando murió, a los sesenta y tres años, parecía mucho más viejo, incluso para su época. La bebida, las deudas, la muerte de muchos de sus seres queridos a causa de la peste podrían explicar los estragos sufridos. Pero los autorretratos apuntan a algo más. En su madurez le tocó vivir un clima de fanatismo económico y de indiferencia, un clima, por otro lado, no muy distinto del que se vive hoy. Ya no era posible limitarse a copiar lo humano, como en el Renacimiento; lo humano ya no era evidente: había que buscarlo en la oscuridad. Rembrandt era un hombre obstinado, dogmático, astuto, capaz de cierta crueldad. No hagamos de él un santo. Pero buscaba una manera de salir de esa oscuridad.

Dibujaba porque le gustaba. Era una forma de recordarse diariamente lo que le rodeaba. La pintura —sobre todo en la segunda mitad de su vida— era para él algo distinto: pintando intentaba encontrar una salida de la oscuridad. Quizá la extraordinaria lucidez de los dibujos nos ha impedido ver la manera en que pintaba realmente.

Rara vez hacía dibujos preliminares; empezaba pintando directamente en el lienzo. En sus pinturas apenas hay una lógica lineal o una continuidad espacial. Si sus cuadros convencen se debe a que los detalles, las partes, emergen y salen al encuentro del ojo. No hay nada dispuesto, ordenado ante nosotros, como en las obras de sus contemporáneos Ruysdael o Vermeer.

Mientras que en los dibujos dominaba completamente el espacio y la proporción, el mundo físico que presenta en sus lienzos está muy distorsionado. Esto nunca se ha recalcado lo suficiente en los estudios sobre su obra. Posiblemente porque para darse cuenta de ello hay que ser pintor, más que historiador del arte.

En una obra temprana de un hombre (él mismo) delante de un caballete en un estudio de pintor, el hombre en cuestión tiene un tamaño que apenas sobrepasa la mitad del que debería tener. En una maravilloso cuadro tardío, Mujer junto a una puerta abierta (Berlín), la mano y el brazo derecho de Hendrickje podrían ser los de un Hércules. En el Sacrificio de Abraham (San Petersburgo), Isaac tiene los rasgos físicos de un joven, pero, en relación con su padre, su tamaño es el de un niño de ocho años.

El Barroco gustaba de los escorzos y de las yuxtaposiciones improbables, pero aunque Rembrandt aprovechara las libertades que acompañaban al estilo, las distorsiones de sus cuadros no tienen mucho que ver con ellas, pues no son evidentes, sino al contrario, casi furtivas.

En el sublime San Mateo y el Ángel (Louvre), ese espacio imposible en el que se acomoda la cabeza del Ángel sobre el hombro del evangelista está discretamente insinuado, susurrado como le susurra el Ángel en el oído al santo. ¿Por qué olvidó o ignoró en los cuadros lo que era capaz de hacer con tanta maestría en los dibujos? Debía interesarle otra cosa, algo que era antitético con respecto al espacio "real".

Salgamos del museo y vayamos a las urgencias de un hospital, probablemente ubicadas en los sótanos del edificio, pues es donde suelen estar las unidades de rayos X. Los heridos y los enfermos son transportados en las camas o esperan horas, codo con codo en las sillas de ruedas, hasta que pueda atenderles el primer especialista que quede libre. Con frecuencia, los ricos pasan antes que los que están más enfermos. Pero, en cualquier caso, para los pacientes que esperan en el sótano es demasiado tarde para cambiar nada.

Cada cual vive en su propio espacio corporal cuyos hitos son el dolor o la incapacidad, una sensación o un malestar desconocidos. Los cirujanos no pueden obedecer las leyes de este espacio cuando operan, no es algo que se aprenda en las lecciones de anatomía del doctor Tulip. Una buena enfermera, sin embargo, lo reconoce al tacto y sabe que en cada colchón, en cada paciente, toma una forma distinta.

Es el espacio en el que habita la conciencia de sí mismo del cuerpo que siente. No es ilimitado como el espacio subjetivo: finalmente lo enmarcan siempre las leyes del cuerpo. Pero sus hitos, sus énfasis, sus proporciones internas no paran de cambiar. El dolor agudiza nuestra conciencia de este espacio. Es el espacio de nuestra vulnerabilidad fundamental y de nuestra soledad. Y también de la enfermedad. Pero, potencialmente, es también el espacio del placer, del bienestar y de la sensación de ser querido. Robert Kramer, el director de cine, lo define así: "Detrás de los ojos y extendidos por todo el cuerpo, un universo de circuitos y sinapsis. Los trillados caminos por donde suele manar la energía." Se percibe mejor al tacto de lo que se ve con los ojos. Y Rembrandt fue el gran maestro que llevó ese espacio a la pintura.

Pensemos en las cuatro manos de la pareja de La novia judía. Son sus manos, mucho más que sus caras, las que indican: matrimonio. Pero, ¿cómo llegó él hasta allí, hasta el espacio corporal?

Betsabé leyendo la carta de David (Louvre). La figura, en tamaño natural, está sentada, desnuda. Reflexiona sobre su destino. El rey la ha visto y la desea. Su marido está lejos, en la guerra. (¿Cuántos millones de veces ha sucedido algo similar?) Arrodillada delante de ella, su criada le seca los pies. No tiene otra opción que presentarse al rey. Quedará encinta. El rey David dispondrá que maten a su querido marido. Ella lo llorará. Se casará con el rey David y le dará un hijo que llegará a ser el rey Salomón. Ya ha empezado una fatalidad, y en el centro de esta fatalidad se halla el que Betsabé sea deseable como esposa.

Y así, todo el cuadro está centrado en su núbil vientre y su ombligo, que situó a la altura de los ojos de la sirvienta. Y lo pintó con amor y compasión, como si fueran un rostro. No hay otro vientre en el arte europeo pintado con una milésima parte de este cariño. Pasó a ser el centro de su propia historia.

Cuadro tras cuadro fue confiriendo a una parte del cuerpo, o a ciertas partes del cuerpo, una fuerza narrativa especial. El cuadro habla entonces con voces distintas, como un cuento contado por diferentes personas desde puntos de vista distintos. Pero estos "puntos de vista" sólo pueden existir en un espacio corpóreo que es incompatible con el espacio territorial o el arquitectónico. El espacio corpóreo cambia sus medidas y sus centros focales continuamente, de acuerdo con las circunstancias. Se mide en ondas, no en metros. De ahí que sea necesario distorsionar el espacio "real".

La Sagrada Familia (Munich). La Virgen está sentada en el taller de José, el Niño duerme en su regazo. La relación entre la mano de la Virgen, su pecho descubierto, la cabeza de Jesús y su bracito extendido es absurda en términos de cualquier espacio pictórico convencional: nada encaja, nada pertenece al lugar que le corresponde, nada tiene el tamaño adecuado. Pero el pecho y la gota de leche que mana de él hablan a la cara del pequeño. Y la mano del pequeño habla al amorfo continente que es su madre, al tiempo que la de ésta escucha al niño que sostiene.

Sus mejores cuadros apenas ofrecen nada coherente al punto de vista del espectador. Lo que hace éste es interceptar (especialmente) los diálogos que se producen entre las partes diversas, y estos diálogos son fieles a la experiencia corpórea que le habla a algo que todos llevamos dentro. Frente a sus obras, el cuerpo del espectador recuerda su propia experiencia interior.

Los historiadores con frecuencia han señalado la "interioridad" de las imágenes de Rembrandt. Sin embargo, son lo opuesto a los iconos. Son imágenes carnales. La carne del Buey desollado no es una excepción, sino algo característico en él. De revelar una interioridad, sería la del cuerpo, aquello a lo que tratan de llegar los amantes cuando se acarician y en el momento del coito. En este contexto, esta última palabra toma un significado más literal y más poético: coire, "ir juntos".

Aproximadamente la mitad de sus grandes obras (los retratos aparte) describen el acto de abrazarse o el instante preliminar al mismo —el gesto de abrir y extender los brazos: El Hijo Pródigo, Jacob y el Ángel, Dánae, David y Absalón, La novia judía…

No se puede encontrar nada parecido en la obra de ningún otro pintor. En Rubens, por ejemplo, hay muchas figuras que se tocan, se transportan, se conducen, pero muy pocas, si es que hay alguna, que se abracen. En ningún otro pintor ocupa el abrazo esta posición suprema, central. Algunas veces el abrazo que pinta es sexual, otras no. En la fusión de dos cuerpos no sólo entra el deseo, sino también el perdón o la fe. En su Jacob y el Ángel (Berlín) vemos las tres cosas, y no es fácil separarlas.

Los hospitales públicos, que como institución se originan en la Edad Media, se llamaban en Francia Hôtels-Dieu. Eran lugares donde se daba techo y asistencia en el nombre de Dios a los enfermos o a los moribundos. Pero cuidado con idealizar. Durante la peste, el Hôtel-Dieu de París estaba tan atestado que cada cama "la ocupaban tres personas; una enferma, una agonizante y otra muerta".

Pero el término Hôtel-Dieu, interpretado de otra forma, puede ayudarnos a explicar su pintura. La clave de esa visión que distorsionaba por necesidad el espacio clásico era el Nuevo Testamento. "Y el que permanece en el amor, en Dios permanece, y Dios en él […] En esto conocemos que vivimos en él, y él en nosotros, porque nos ha comunicado su espíritu." ( Primera Epístola de San Juan, cap.4, versículos 16 y 13).

"Y él en nosotros." Lo que encontraban los cirujanos en las disecciones de los cuerpos era una cosa. Otra muy distinta lo que él buscaba. Hôtel-Dieu también puede significar en francés un cuerpo en el que reside Dios. En sus últimos autorretratos, tan inefables y terribles, parece que mientras contemplaba su propia cara estuviera esperando a Dios, pese a saber perfectamente que Dios es invisible.

Cuando pintaba libremente a aquellos a los que amaba o imaginaba, o a aquellos de quienes se sentía próximo, intentaba entrar en su espacio corpóreo en ese preciso momento; intentaba entrar en su Hôtel-Dieu, y encontrar así la salida de la oscuridad.

Frente al pequeño cuadro de la Joven bañándose (Londres) nos parece estar ahí, entre los pliegues de la camisa que ella se levanta. No como mirones. No con lujuria, como los viejos que espían a Susana. Sencillamente, el tierno amor con el que él la pintó nos conduce a habitar el espacio de su cuerpo.

Para Rembrandt el abrazo era sinónimo del acto de pintar, y las dos cosas rozaban casi la oración.


Texto tomado de :
http://www.jornada.unam.mx/2006/05/14/sem-john.html


Imagen tomada de:
http://web.educastur.princast.es/proyectos/jimena/pj_leontinaai/arte/webimarte2/WEBIMAG/BARROCO/IMAGENES/PINTURA/REMBRAN/budes.jpg


Juan José Arreola: Teoría de Dulcinea


En un lugar solitario cuyo nombre no viene al caso hubo un hombre que se pasó la vida eludiendo a la mujer concreta. Prefirió el goce manual de la lectura, y se congratulaba eficazmente cada vez que un caballero andante embestía a fondo uno de esos vagos fantasmas femeninos, hechos de virtudes y faldas superpuestas, que aguardan al héroe después de cuatrocientas páginas de hazañas, embustes y despropósitos.

En el umbral de la vejez, una mujer de carne y hueso puso sitio al anacoreta en su cueva. Con cualquier pretexto entraba al aposento y lo invadía con un fuerte aroma de sudor y de lana, de joven mujer campesina recalentada por el sol.

El caballero perdió la cabeza, pero lejos de atrapar a la que tenía enfrente, se echó en pos a través de páginas y páginas, de un pomposo engendro de fantasía. Caminó muchas leguas, alanceó corderos y molinos, desbarbó unas cuantas encinas y dio tres o cuatro zapatetas en el aire.

Al volver de la búsqueda infructuosa, la muerte le aguardaba en la puerta de su casa. Sólo tuvo tiempo para dictar un testamento cavernoso, desde el fondo de su alma reseca. Pero un rostro polvoriento de pastora se lavó con lágrimas verdaderas, y tuvo un destello inútil ante la tumba del caballero demente.

Texto tomado de:

http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/arreola/teoria.htm

Imagen tomada de:

http://www.letraslibres.com/imagen.php?id=1304&dw=100

martes, 28 de agosto de 2007

El caballero y el dragón


Por
Jesús Ademir Morales Rojas

Sincero homenaje a la heroicidad, de cualquier manera, esta obra es sospechosa por la recta trayectoria, demasiado proclive, que traza el arma del caballero hasta el cuerpo del Dragón. Y es que a final de cuentas, tanto lo “esencialmente” humano, como lo instintivo “censurable”, son bocetados por Paolo Uccello con el mismo fino trazo.

***

En última instancia, los dragones nunca existieron: son un mero producto de la humana fantasía. De tal suerte que San Jorge, bien puede estar luchando contra el solo viento. Esto expresa mucho acerca de la falta de fundamento, de gran parte de las acciones humanas. ¿Y si acaso tal fundamentación lastrante, no fuera sino un camaleónico ardid de la bestia para confundirnos, y evitar así la hazaña de una (des)realización cabal y abierta, hacia alternativas más plenas y diversas de ser? Si esto fuera cierto, ¿Tendremos el valor para empuñar la lanza a fondo?

***

Cabe profundizar acerca de si efectivamente, el San Jorge de Uccello tiene certera conciencia, de la quimérica naturaleza de su oponente. Si es así, estaríamos entonces ante un inédito quijotismo adelantado a su tiempo, un idealismo limpio y ejemplar. Pero si por el contrario San Jorge sabe de la virtualidad de su enemigo, y aún así se empeña en proseguir en simulacro, su asignado rol, con el puro afán de hacer marchar el sistema de su entorno, tendríamos aquí, un insospechado vaticinio de nuestra actualidad, que seguramente Uccello no hubiese tolerado. Pues ante tan gris porvenir, ciertamente el hubiera preferido finiquitarlo todo, arrojando a su héroe, para ser alimento de sueños, en aquellas fauces fantásticas.

***

Tal vez Paolo Uccello dudó mucho en decidir, sobre cuál de los dos adversarios, protagonistas de su célebre pintura, dibujar en secreto las facciones de su rostro como firma. Seguramente anduvo del burdel al confesionario, una y otra vez, a fin de poder elegir finalmente. Y tardó tanto en hacerlo, que al final olvido hasta él mismo, en cuál de los dos quedó fijado. Hoy sólo el nombre del genial artista perdura, puesto que el hombre, Paolo Uccello, infaustamente, en palabras de Vasari: “terminó sus días, solo, excéntrico, melancólico y pobre”

***

Obsérvese en esta obra de Uccello, como del lado del Dragón está la luz, una mujer, campos cultivados y una ciudad; en suma, la posibilidad misma de vida. Por el lado del caballero, en cambio, oscuridad, terreno yermo, la boca abierta de una caverna dispuesta a la soledad y el desamparo; tal es decir, el lado funesto de la existencia. De esta manera, es posible cuestionarse, ¿cuál fue el mensaje último aquí, con él que, el renacentista italiano quiso advertirnos? Y entonces así, ¿quién es el auténtico enemigo a vencer?

***

Un voraz Dragón hace su nido cerca de la fuente que abastece a una populosa ciudad. Debido a esta calamitosa circunstancia, los ciudadanos se veían obligados a distraer a la bestia diariamente, para alejarla de la fuente, y así obtener agua. Para lograr esto, todos los días sacrificaban a una víctima, sorteada de entre los habitantes del lugar. En cierta ocasión, resultó seleccionada la bella princesa local. El rey, padre desesperado, solicita clemencia infructuosamente. Cuando la joven está a punto de ser devorada por la inclemente bestia, aparece el héroe San Jorge, quien llegaba allí, desde tierras lejanas, atraído por la famosa hermosura de la princesa. Armado con su legendaria lanza y su brioso corcel blanco, y luego de una ardua contienda, San Jorge vence al Dragón. Cuando el paladín fatigado, pero lleno de ilusiones, se apresta a tomar su premio, se topa con una sorpresa desagradable: la princesa gira la vista, desairándole con frío desdén. Es posible imaginar luego a San Jorge, el invencible de mil batallas, apresurado a entregarse voluntariamente a las garras del emperador Diocleciano, asesino de cristianos. Seguramente entonces, ni el largo y penoso trámite de las múltiples torturas, ni el ver en su último segundo, el hacha del verdugo aproximándose indeclinable hasta su cuello; nada de esto fue tan atroz, como el sufrir la salvaje sonrisa de aquella indomable, al verle partir, sin misericordia, para siempre.


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Mas textos del autor:
http://www.escritorium.com/autor-170/jesus-ademir-morales-rojas/




jueves, 23 de agosto de 2007

La agonia de existir- Homenaje a Hidekki Anno (Neon Genesis Evangelion)



Por
Jesús Ademir Morales Rojas

"…Nada es... Todo está permutado…"
                                  
                                      Hassan-i-Sabbah

"…un instante, no más,
No más que el mínimo
perpetuo instante del quebranto,
cuando la forma en sí, la pura forma,
se abandona al designio de su muerte
y se deja arrastrar, nubes arriba,
por ese atormentado remolino
en que los seres todos se repliegan
hacia el sopor primero,
a construir el escenario de la nada.
Las estrellas entonces ennegrecen.
Han vuelto al dardo insomne
a la noche perfecta de su aljaba."
                      
                      José Gorostiza, Muerte sin fin.



***

…y formando ondas calmas en el océano de metal, se difuminaron en la distancia, sin percatarse de la contemplación serena que realizaba, flotando sobre las aguas, una silenciosa presencia que nadie vio…

***
                                                                 

Cynthia habló, con vehemente entonación, a todos los científicos participantes del Centro Espacial Cronía:
-Y bien, el Proyecto Nexus está en marcha; no había ya, más tiempo que perder, la situación de extrema emergencia nos orilló a ello. Oxford, y las más importantes ciudades del mundo han sido presa de actos sistemáticos y escalonados de terrorismo brutal, grupos radicales y sectas homicidas y tribus urbanas, han desatado el caos y la destrucción masiva de gente e instituciones. No le queda otra esperanza al mundo que la que forjamos aquí. Hemos bombardeado a un agujero negro, oculto en nuestra galaxia, con nuestro más poderoso cañón de partículas: lo hemos alterado al grado de transformarlo en un agujero de gusano; ahora continuamos dirigiendo todo el material exótico que hemos recolectado durante años, a fin de mantener abierto el agujero- que en esencia es un pasaje para viajar por el espacio-tiempo.
Aunque recuerden: el viaje viene condicionado por el mismo momento de la creación del agujero.
Pero aún con todo esto-prosiguió Cynthia- es nuestra única, nuestra última esperanza; es necesario esforzarnos todos aquí y ganar el tiempo suficiente para que podamos concretar la alternativa que nos abre Nexus: obtener el acceso a un universo alternativo limpio y apto para todos. Ahora bien, IA plus, ese ente virtual desquiciado, esta decidido a detenernos a toda costa, a fin de controlar la transformación de la realidad, es por eso que ha enviado a sus hordas de clones, alterados genéticamente, para arrasar el Centro espacial Cronía, el último bastión de la humanidad; además de lo anterior, existen rumores de que se ha infiltrado su brazo ejecutor predilecto, la traidora Lain, dentro de las instalaciones de Cronía, con el propósito de sabotear el funcionamiento de cañón de partículas que sostiene la marcha del proyecto Nexus. Finalmente, advertencias repetidas del sistema nos mantienen preocupados acerca de un posible ataque directo de Ia luz a toda la red de equipos de nuestro Centro, para impedir que el agujero siga abierto.
¡Tenemos que contener a toda costa sus nefastas acciones!
Cynthia dispuso entonces que el cyborg Michio koki se internara en la red subterránea de las instalaciones de Cronia para detener el ataque de Lain; Daniels Hokoppler se ocuparía de impedir la amenaza de la horda de los clones de Andrew, y finalmente Cynthia misma se aventuraría en la red para neutralizar el frenesí destructor de IA plus.
Los escasos científicos que quedaban en Cronía, se quedarían frente a los controles maestros para resguardar la marcha de Nexus.
Koki miró con dolido pesar como Cynthia colocaba con atención cuidada sus arneses especiales a Daniels Hokkopler. El se dejaba hacer sin recato. Nada había sido igual entre ella y Koki desde que Daniels había aparecido. La identificación entre los otrora durmientes crionizados era algo que superaba los ímpetus pasionales de Koki, y esto aunado al extraño mal que padecía Hokoppler, que le ataría los cuidados de Cynthia, colmaban el alma de Koki, de rencor y despecho máximo.
Sólo un ambigua mirada le dirigió la rubia científica en jefe, cuando Michio Koki, furioso y abrumado de celos, se internaba ya en las estructuras subterráneas del centro, pistola en mano.
Nunca más volvería a verle con vida.

***

Daniels Hokoppler por su parte, luego de volver a la vida tras su largo sueño de crionización, había descubierto con pesar que su cuerpo había sido invadido por un extraño virus que lo hacía inmune al dolor. Impulsado por el amor a Cynthia se había integrado a Cronía para realizar peligrosas misiones al lado de la científica y de Koki de quien sabía, le odiaba. En muchos de estos trabajos, difíciles y arriesgados, de investigación y de defensa había perdido varias veces partes de su cuerpo y sufrido horribles heridas, pero su extraño mal lo único que hacía era impulsado a seguir, luchando por el amor de Cynthia y la salvación del mundo, aún a costa de soportar múltiples operaciones de reemplazo de su cuerpo. Ahora, para enfrentar a los clones de Andrew le habían diseñado un traje “Equidna” cubierto de navajas extensíbles y arrojables que, aunado a su nula sensibilidad del dolor, lo convertían en un enemigo formidable para cualquier agente del caos.
Junto al resto del personal armado de seguridad del centro, salio a enfrentar a los miles de feroces clones de Andrew que ya rodeaban todo el instituto. Los clones, como feroces mandriles perversos, ejecutaban saltos prodigiosos y se utilizaban de armas entre sí, arrojándose contra Hokoppler y sus auxiliares. Pronto Hokoppler quedó sólo en el combate; donde antes había sido una zona boscosa, ahora, por el destructor paso de los clones, no era más que un páramo de cenizas. Los Andrew iban desnudos y atacaban con movimientos parecidos a los cardúmenes de peces. Inmensos clones, inflados y deformes como grotescas hormigas reina, eran arrastrados utilizando cadenas por muchos Andrew, y de estos Andrew “reina” de sus bocas y de sus anos, salían expulsados otros clones en bolsas orgánicas, que rompían de inmediato para integrarse a la lucha. Hokoppler se movía con pericia guerrera: agitaba sus arneses, armados con filosos cuchillos de un lado a otro y mutilaba así, a un sin numero de clones, pero eran miles y miles y pronto todo el horizonte se vio colmado de estos seres gesticulantes y demenciales. Al final se encimaron sobre Hokoppler, le arrancaron todos los miembros y empalándolo en un mástil lo enarbolaron como un patético estandarte, y celebraron su victoria ejecutando danzas inverosímiles mientras el cielo se derrumbaba sobre ellos.

***

Koki se aventuró por su parte por el laberinto de conductos subterráneos, marchando raudo sobre una motocicleta roja, adaptada y diseñada para él, por un amigo suyo de nombre Akira.
Pronto advirtió la presencia de sus oponentes: la salvaje Lain montaba el lomo lampiño, de una gigantesca rata mutante.
Su intención precisa era, sin duda, arrojarse a las maquinarias gigantescas que daban vida al cañón de energía exótica, que mantenía abierto el agujero de gusano.
Koki los persiguió hasta una profundidad alarmante, hasta que por fin pudo darles alcance propicio a sus disparos, justo cuando ya los túneles eran ya agobiantemente estrechos.
Lain lo vio venir y le atacó con su ballesta de flechas cargadas de ácido, Koki a su vez le disparó varias cargas de su revolver. Una de las flechas sin embargo, rozó a Koki el rostro: derrapó en su motocicleta y cayó herido.
Lain quiso finiquitarlo, y sobre la enorme rata ciega, se acercó para aproximarlo a las fauces de la bestia feroz.
Koki apenas recuperándose, tuvo tiempo para accionar el gatillo de su arma en repetidas ocasiones, una de las cuales propulsó la bala que le partió la frente a la traidora Lain. La rata sin embargo, alcanzó a llegar hasta él y le mordió el brazo hasta el codo. Koki dando un alarido, con el otro brazo sacó su revolver de emergencia y le disparó a la rata desesperadamente hasta aniquilarla.
Desgraciadamente los estertores frenéticos del ingente animal derrumbaron las paredes del túnel y pronto Koki desquiciado de dolor, se vio atrapado en propia tumba.

***

"Porque el hombre descubre en sus silencios
que su hermoso lenguaje se le agosta
en el minuto mismo del quebranto…
…cuando todos inician el regreso
a sus mudos letargos vegetales;
cuando la aguda alondra se deslíe
en el agua del alba…
…cuando todo —por fin— lo que anda o repta
y todo lo que vuela o nada, todo,
se encoge en un crujir de mariposas,
regresa a sus orígenes
y al origen fatal de sus orígenes,
hasta que su eco mismo se reinstala
en el primer silencio tenebroso…"
                                                                                        
                             José Gorostiza, Muerte sin fin

                                                            
Cynthia, tras instalarse el conector en la nuca que la internó en el mundo virtual de la red…
… voló entonces hasta el Centro Alcocer de las sabias conciencias noosféricas, allí fue donde informó al sabio maestro Lordvi y al bondadoso Morquei de la terrible situación. Ellos convocaron a todas las conciencias a una reunión extraordinaria , y ya debatían todas esas brillantes presencias etéreas sobre posibles alternativas de acción, cuando inesperadamente una de ellas comenzó a cantar extravagante, las estrofas del himno a la alegría de Beethoven . Pronto todos esos seres se vieron impelidos a formar un coro desesperado, como si fueran los títeres de una conciencia ajena. Súbitamente sus lenguas empezaron a adquirir un tono azulado y comenzaron a salírseles de la garganta a cada uno de ellos, entre quejidos agónicos. Pronto todos esos apéndices carnosos y reptantes se anudaron en un colosal gusano, que destruyó por completo, al perseguir a una aterrorizada Cynthia, a todos los recintos del Centro Alcocer. Luego, mientras escapaba por los jardines que rodeaban al centro, Cynthia miró como muchos jóvenes que habían estado deambulando tranquilos por allí, ahora señalaban con horror al engendro y gritaban el nombre abominable de “I A Plus”. El repugnante ser pronto fue devorando a cada uno de esos jóvenes Hikikomori , e incluso Cynthia pudo identificar a las desesperadas Ayanami y Schelley al ser asimiladas por las líquidas fauces de esa descomunal babosa azul.
Pronto Cynthia misma se vio acorralada bajo en la carne palpitante y pestífera.
Y se perdió en la negrura.

***

Koki luego de saberse sepultado vivo y sin esperanza de escape alguno, sin ni siquiera una sola carga salvadora en su ama, se desquició por completo, y anduvo en la oscuridad dando de topes con su cabeza, contra las ásperas paredes, y además desgañitándose la garganta gritándole a Cynthia.
Al final, extenuado, se hizo un ovillo junto al cuerpo frío de la rata mutante y comenzó a sollozar, en las tinieblas.
Luego de un tiempo indeterminado, dejo de hacerlo, se estremeció y dijo con ronca voz:
-Es tiempo…

***

Cynthia barría la explanada de un templo inmenso de cristal. Del cielo de pronto cayó una pelotita de plumas de colibrí. Se la guardó la joven en su blanco delantal. De pronto el templo de cristal se estremeció. Sin sentir dolor alguno Cynthia quiso dar a luz y de sus entrañas brotó un pequeño ser entre pájaro y hombre que comenzó a crecer con los rayos del sol. Pronto era un poderoso joven con alas y cabellos de pluma de colibrí.
Tomo de las manos a Cynthia y le dijo:
-Quiero serlo todo
-¿Para qué?- Le respondió la joven madre
-No lo se exactamente, pero no quiero ser ajeno a nada.
Ella le acarició el rostro emplumado y le dijo.
-Entonces más que desear serlo todo, permite que todo pueda ser en ti…
Entonces ella lo atrajo hacia si y se unieron en una dulce y lenta cúpula, y en cada armónico empuje la realidad entera se distendía, pronto se unieron con tal intensidad que se fundieron en un solo ser de color azul metálico que comenzó a crecer y a crecer sin medida.
La realidad virtual de la red entera pronto se vio saturada de esta sustancia extraña, y pronto todos los monitores del mundo explotaron dejando escapar esa sustancia que inundo el orbe entero. En el Centro Espacial Cronía, los clones Andrew que comenzaban a devorarse unos a otros fueron sorprendidos por este torrente de mercurio que se los llevó arrastrados como hormigas ante la corriente fría de un río desbordado.
Tal vez las estrellas mismas cayeron al líquido pesado, quien sabe, lo cierto es que de pronto su brillo se vio enturbiado y hasta la luna pareció alejarse alarmada ante tal cataclismo.
Koki en su tumba se reía a carcajadas, por que se dio cuenta por fin que el ciego de I A Plus nunca hubiera sido capaz de encontrar el verdadero centro del proyecto Nexus, la única verdadera arma que podría resguardar el éxito de la preservación del universo: su propio interior, allí donde se lo habían implantado, en lo más profundo de su conciencia y en su ser.
Afuera todos perecían ahogados en una celebración de muerte infinita.
Koki podía imaginárselo riendo y llorando a la vez que se desangraba.

***

"…hasta que todo este fecundo río
de enamorado semen que conjuga,
inaccesible al tedio,
el suntuoso caudal de su apetito,
no desemboca en sus entrañas mismas,
en el acre silencio de sus fuentes,
entre un fulgor de soles emboscados,
en donde nada es ni nada está,
donde el sueño no duele,
donde nada ni nadie, nunca, está muriendo
y solo ya, sobre las grandes aguas,
flota el Espíritu de Dios que gime
con un llanto más llanto aún que el llanto,
como si herido —¡ay, Él también!— por un cabello
por el ojo en almendra de esa muerte
que emana de su boca,
hubiese al fin ahogado su palabra sangrienta."
¡ALELUYA, ALELUYA!
                        
                                  José Gorostiza, Muerte sin fin.
 

La Dra. Carmona estaba en un mirador en su observatorio central en la cordillera de los Andes y, acompañada por el joven matrimonio Koki, se divertía cargando al bebé Michio y lanzándolo al aire, mientras se solazaba escuchando sus infantiles carcajadas jubilosas.
Y pensar- Les comenzaba a esos dos enamorados padres unos jovencitos apenas- y pensar que todo lo que se he buscado por tanto tiempo allá afuera- y señaló a los picos nevados y al firmamento inmenso- me parece haberlo encontrado en la risa de su niño.
-Pero entonces parece haber encontrado la respuesta que buscaba- acotó el sonriente joven Koki.
-Tal vez, tal vez no- respondió reflexiva la Dra. Carmona- tal vez siempre conocí la respuesta, pero no había sabido como expresarla. Quizás de eso se trate el existir, de la búsqueda personal de encontrar modos particulares de expresar el silencio.
Y juntas, las cuatro personas, contemplaron la hermosa puesta de sol entre las cumbres.

***

Después de deshacerse las uñas y los dientes, por fin logro hacer un agujero entre la tierra y las rocas: lo amplió y se asomó a la superficie.
Contempló un océano infinito de metal y un cielo de color púrpura donde caían pequeños copos de luz ambarina. Extrañas formaciones orgánicas sobresalían sobre las aguas turbias, que desembocaban en la playa, con sonidos de campana.
Pronto los copos de luz se agruparon y tomaron forma ante sus ojos deslumbrados: sus padres, Andrew, Lain, la Dra. Carmona, Morquei, Hassan- i- Sabbah, el maestro Brian, Lordvi… todos, todos se aparecieron ante él auroleados de una luz, ahora diamantina, y le sonrieron.
El a su vez les sonrió y se aproximó a ellos: se abrazaron con tierno afecto.
Poco a poco se fueron separando de él y se difuminaron en copos de luz que se alejaron hacia el mar…
… y formando ondas calmas en el océano de metal, se difuminaron en la distancia, sin percatarse de la contemplación serena que realizaba flotando sobre las aguas, una silenciosa presencia que nadie vio…
…sólo Koki, que durante un segundo reconoció a Cynthia alada flotando inmóvil sobre las olas, y luego la vio desaparecer en un instante.
Así Koki , demacrado y sucio, sin dejar de sonreír, miró el nuevo mundo una vez más; luego, le dio una espalda, y retornó sin titubeos a las sombras de su profundo agujero, para comenzar a soñar.


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Diógenes Laercio o la indiscreción satisfecha


Por
Fernando Báez (Mérida, Venezuela)

Leer a Diógenes Laercio es una de mis malas costumbres. Hay otras, por supuesto, pero a esta en especial le he dedicado varios años, lo que no es poco. Confieso que aborrezco las lecturas oficiales y tradicionales y esta tendencia me ha llevado a sentir la fascinación de algunas obras jamás reseñadas o, en todo caso, marginadas. Las "Vidas de los más ilustres filósofos griegos" de Laercio, en particular, considerada mediocre e insustancial, me ha deparado siempre una felicidad inexplicable. Poseo cuatro versiones (en griego, latín, inglés y castellano) de este libro y ninguna relectura me ha desanimado. Recuerdo que Alfonso Reyes, en un juicio extraño, lo consideró un autor "tan indispensable como inútil". Pero ese breve razonamiento puede tomarse como lo que intenta definir. Con esto quiero manifestar mi desacuerdo con los que han visto en Laercio un mero informante y no un escritor. No puede, ciertamente, ser comparado a Plutarco. No hay paralelo posible. En parte porque carece de la visión estructural de éste y de un estilo riguroso. Su propósito no idealiza modelos: busca proveer de detalles para invitar al conocimiento de un determinado pensador. No relata cronológicamente; describe una vida y busca los rastros a la orilla de cada vicio o virtud. Pero, como lo señaló R. Genaille, su "testimonio..., semejante a los de Luciano, Aristófanes, Tucídides, restituye a los griegos antiguos un carácter de normal humanidad en contraposición con quienes sólo desean ver en ellos superhombres...". Tal vez sea esto lo que me acerca a su obra. No me conformo con el retrato que de Sócrates hizo Platón o el de Jenofonte: disfruto el de Laercio y el de Aristófanes en "Las nubes". En sus "Vidas", Laercio dota a sus páginas de una gracia insoslayable al rescatar la anécdota por encima de la erudición. Contra la narración misma, contra la hermenéutica del discurso filosófico, contra la genealogía, su intención es entretener e informar con precisión y placer. De Sócrates, por ejemplo, dice: "Habiéndole injuriado de palabras una vez su mujer, Jantipa, y después arrojádole agua encima, respondió: «¿No dije yo que cuando Jantipa tronaba también llovía?»". El humor es una señal de orientación muy característica de su exposición al igual que la indiscreción. De Bión de Borístenes comenta: "Solía adoptar por hijos algunos jóvenes para abusar de ellos en sus deleites...".

La vida de Diógenes (también "de") Laercio, sin embargo, está por inventarse. Como Suidas, Ateneo de Naucratis o Hesiquio de Mileto, rescató la memoria parcial del pasado borrando la suya. R. Hope afirma que todo rasgo suyo es una paradoja: un doxógrafo confundido por lecturas sin duda apresuradas, un poeta impresionado por la filosofía y la métrica, un audaz reportero (perdónese el neologismo atrevido) de la farándula del mundo de los filósofos, un lector inagotable vencido por su propia erudición, un escritor que conjuga el topos uranos de Platón con las masturbaciones públicas de Diógenes de Sínope. A estas alturas no contamos con dato suyo que valga la pena y no podemos predisponernos o animarnos, lo cual, por supuesto, puede ser una suerte tanto como un factor perverso. Marcel Schwob no hubiera pedido más a la hora de escribir su biografía.

Casi unánimemente se confirma que vivió entre los siglos 2 y 3 a.C. Sin pruebas, sospechamos que nació en una ciudad de Cilicia. No sabemos quiénes fueron sus padres. No se ha determinado en cuál tendencia filosófica militó ni cuál fue su profesión. Carlos García Gual lo consideró un seguidor de Epicuro: "Como representates del epicureísmo de los siglos II y III de nuestra era, están Diógenes de Enoanda, al que conocemos porque su entusiasmo por Epicuro llegó a tanto que mandó grabar en las columnas de la plaza del mercado de Enoanda, para que todos pudieran leerlas, inscripciones pertenecientes a la física y a la moral de Epicuro, y Dógenes Laercio, que a comienzos del siglo III redacta la erduita historia de la filosofía griega...". Con menor fundamento algunos ensayistas lo identifican como un miembro del neoplatonismo. Otros lo acercan al escepticismo. En lo personal, discrepo absolutamente de semejantes posiciones: seis o siete relecturas de su obra me llevan a creer que fue un noble perteneciente a un círculo de eclécticos, lector voraz antes que seguidor de una posición filosófica y acaso un poeta de vago prestigio que encontró en la filosofía un lugar de consuelo y motivación. Enamorado, preparó, a tenor de las malas lenguas, que nunca faltan, para una mujer, llamada Arria, sus "Vidas y sentencias de los más importantes filósofos griegos" o, según otra versión, "Vidas de los más ilustres filósofos griegos". Esto ocurrió entre el 225 y el 250 d.C.. Para lucir sus conocimientos métricos, permitió la difusión de "Panmetro", poemario en el que hizo alarde de todos los estilos métricos usados por los grandes clásicos y demostró que la técnica, en manos de un mal poeta, es un subterfugio que agota todas las formas que hay de no conmover al lector. En uno de sus epigramas, dedicado a Anaxágoras, expresó:
"Que el Sol es masa ardiente
Anáxagoras dijo; y por lo mismo
fue a muerte condenado.

Lo libró su discípulo Pericles:
pero él, entre eruditas languideces,
sabe dejar la vida voluntario".


Tengo a la mano los juicios de E. Schwarz, R.D. Hicks, Arnaldo Momigliano, Antonio Alegre Gorri y otros sobre Diógenes Laercio y sus "Vidas de los más ilustres filósofos griegos". Brillantes, inagotables, intensos, concisos, superiores. Sería un honor, en verdad, compartir sus observaciones, pero quiero transmitir, en la medida que eso sea posible, una versión personal de un libro al que no dudo en calificar de clásico. Me interesa demasiado como para valerme de la voz de otros para explicarlo. Lo que no deja de inquietarme al leerlo, para decirlo de una vez, es su carácter desigual: sospecho que no fue escrito como un libro único inicialmente. Es más, hay una frase, destinada a una mujer, en el libro III, que me hace creer que el texto en torno a Platón fue el primero de la serie: "Y siendo tú, con tanta razón, amante de Platón, y que inquieres con suma diligencia los dogmas de este filósofo, he tenido por inexcusable escribir sobre la naturaleza de su estilo, del orden de sus diálogos y la serie de su doctrina, en cuanto mis fuerzas alcancen, tocándolo todo elemental y sumariamente, de forma tal que no se carezca de una noticia suficiente de su vida y obra...". De este prólogo inusual y dislocado, de los entretelones seguramente amorosos de este resumen, debió partir la idea de elaborar una especie de diccionario biográfico de la historia de la filosofía de su tiempo, lo que no era nuevo para sus contemporáneos.

No hay imparcialidad en Laercio: Diógenes el cínico le interesa más que Aristóteles, por decir. Tendencioso, privilegia sus gustos en los diez capítulos de su obra: las doctrinas de Platón, los cirenaicos, los estoicos, los escépticos y, en un lugar muy especial, las de Epicuro, de quien ofrece cartas y máximas que demuestran la gran admiración que le profesaba. Entre libro y libro se nota que, al contrario de lo señalado por diversos críticos, hay un poderoso sistema de agrupación de pensadores que los encaja en escuelas clasificadas según el punto de vista alejandrino. Lo mueve una concepción según la cual los filósofos son dogmáticos o escépticos, jónicos (si descienden de Anaximandro) o itálicos(si descienden de Pitágoras), y supone la división de la filosofía en tres unidades: física, moral y dialéctica. Atribuye a la filosofía un origen exclusivamente griego, por nombre y funciones. No escatima fuentes a la hora de aportar un detalle: el número de autores de los que se vale es inmenso. Hay pasajes enteros que rozan el plagio, la paráfrasis o la cita descarada o también oportuna. O era una pedante crónico o un lector descomunal. Indiscriminadamente, usó los libros de Antígono de Caristo, filósofo, biógrafo de pintores, escultores y pensadores, de Hermipo de Esmirna, bibliotecario, autor de unas célebres "Vidas de hombres ilustres", de Soción de Alejandría, doxógrafo, de Apolodoro de Atenas, compilador famoso, de Demetrio de Magnesia, autor de un memorable tratado sobre los poetas y escritores homónimos, de Diocles de Magnesia, doxógrafo, historiador, amigo del poeta Meleagro, de Favorino, historiador y filósofo, así como de otros muchos (Pánfila, Heráclides Póntico, Hecateo, Duris, etc. ).

En cada biografía y de acuerdo a la información de que dispone, el método de exposición de Laercio es invariable: desarrolla una vida a partir de un eslabón genealógico ("Euclides fue natural de Megara, ciudad cercana al Istmo, o según algunos, de Gela...") y filosófico ("--Arquelao--fue discípulo de Anaxágoras y maestro de Sócrates, y el primero que de la Jonia trajo a Atenas la Filosofía natural..."), presenta un anecdotario formativo, donde conjuga carácter, vicios, virtudes, periplo vital, cita bibliografía (tan exhaustivamente que abruma como en la vida de Teofrasto) , resume su pensamiento, si así lo cree conveniente, proporciona un documento curioso o esencial, suministra un poema suyo o ajeno y finaliza con lo que fue un lugar común: el disfrute helenístico de las coincidencias de nombres y diversidad de oficios. No debe creerse que cumple esto permanentemente (la vida de Diógenes de Apolonia y otros está hecha con todo el desgano imaginable), pero cuando lo hace aporta datos invalorables. Laercio no pretende nunca idealizar el vasto universo de la vida de un pensador; no postula un análisis ni fomenta una elucubración metafísica. Modesto como pocos, es un autor que defiende la vida como principal punto de partida para la discusión filosófica. Es capaz de sintetizar una especulación abstracta sin aceptar sus postrimerías.

Laercio, en cada línea, en cada página, da la impresión de ser un biógrafo que logra su tarea a fuerza de interrumpirse apelando a la autoridad crítica o histórica. La espontaneidad, con una frecuencia indeseable, es abruptamente hecha a un lado en pro de un comentario inhóspito. Es posible que su intento fuera una defensa contra la aguda erudición de su tiempo, pero hubo en él dos escritores que lucharon para distinguirse: el coleccionista, anticuario de vidas y usurero de particularidades y el pensador con sensibilidad poética, cuya labor salvaguarda, con silencios indiscretos o revelaciones felices, la extraordinaria historia del grupo de hombres que fundamentó uno de los movimientos más audaces y eficaces de reflexión del planeta. Nada menos que eso. O nada más.

Atendiendo al mero placer, en las "Vidas de los más ilustres filósofos griegos" recomendaría leer las biografías de Heráclito, de Diógenes de Sínope, llamado El Cínico, de Zenón de Citio, de Pitágoras, de Sócrates, de Demetrio de Falero y de Epicuro. Anécdotas y datos están dispuestos con tal sentido del humor y filosofía que son irresistibles. Hay fragmentos antológicos en gran proporción. Baste una muestra: "--Diógenes--hallándose en un baño poco limpio, dijo: «Los que se bañan aquí, ¿dónde se lavan?»". Otro dice: "Envió --a Epiménides-- una vez su padre a su campo con una oveja, y desviándose del camino, a la hora del mediodía entró a una cueva, y durmió allí por espacio de cincuenta y siete años. Despertado después de este tiempo, buscaba la oveja, creyendo haber dormido sólo un rato; pero no hallándola se volvió al campo, y como lo viese todo de otro aspecto, y aún el campo en poder otro dueño, maravillado en extremo, se fue a la ciudad. Quiso entrar en su casa; y preguntándole quién era halló a su hermano menor, entonces ya viejo, el cual supo de su boca toda la verdad. Conocido por esto de Grecia entera, lo tuvieron por amado de los dioses...". Las felicidades no terminan una vez que se comienza la lectura de esta prodigiosa obra. Al menos para mí, nunca han terminado. Creo, incluso, que apenas estoy en los albores de ese disfrute.

Postdata. A pesar de numerosos juicios adversos la continuidad en la transmisión de obra de Laercio es un hecho insoslayable. Fue y sigue siendo muy bien leido. José Ortíz Sainz, traductor al castellano, escribió en el siglo XVIII que para hacer su versión utilizó "la célebre edición grecolatina de Laercio dada por Enrique Westenio en Amsterdam, año de 1692, cum not. var., en dos tomos en 4to". Pero mucho antes los manuscritos Borbonicus (siglo XII) y el Laurentianus (siglo XIII) habían aportado convincentes ediciones junto con la llamada editio princeps que es de 1533 y fue elaborada, en Basilea, por el mítico Hieronymus Frobenius.

En 1850 C.G. Cobet preparó una edición. En 1950 apareció en la colección Loeb la versión "Lives of Eminent Philosophers" de R.D. Hicks, y es ésta la que he aprovechado para la composición de este breve texto. De tener la oportunidad, espero que una frustrada versión que comencé en enero de 1989 llegue a un final feliz algún día.

Tomado de:
http://solotxt.brinkster.net/csn/30diogen.htm

Imagen tomada de:
http://www.cienciamisterio.com/pitagoimag.JPG




miércoles, 15 de agosto de 2007

Breves Acotaciones del Infierno VII- Avaricia


Por
Jesús Ademir Morales Rojas

Con referencia a Dante Alighieri, La Divina Comedia, Infierno, Canto VII.

Al presenciar como ingresaban Dante y Virgilio a su ámbito reservado, Plutón les amenazó con una jerigonza de oscuras interjecciones griegas, latinas, y hebreas. Sin embargo, Virgilio fue capaz de comprender el sentido de las bravatas, y además de sofocar el peligro, conminando al demonio a someterse en nombre de la potestad divina.
Es posible en esto advertir, que entonces el bien y el mal son capaces de entenderse recíprocamente, ya sea porque ambos proceden de una misma fuente, en donde eran indisociables y por lo tanto el mundo era completamente distinto en su dimensión valorativa; o porque en el fondo siguen estando unidos, y conforman una secreta unidad que da fundamento, a una realidad a la que sólo por pragmática costumbre tendemos a bifurcar, por obra de un irreflexivo maniqueísmo.

***

“Allí vi más condenados que en ninguna otra parte, los cuales, formados en dos filas, se lanzaban de la una a la otra enormes pesos con todo el esfuerzo de su pecho, gritando fuertemente: dábanse grandes golpes, y después se volvía cada cual hacia atrás exclamando:-¿Por qué guardas? ¿Por qué derrochas?”

Como estos tristes seres evidencian, está ya condenado quien acapara mucho, puesto que se pierde del Todo. El que aspira a la Totalidad denota una ambición excesiva, un poco juicioso cálculo de los propios alcances; porque de inicio puede expresarse que la simple concepción de toda totalidad es un acto delimitante, que sólo se comprende por lo que deja fuera, por lo que no logra aferrar. No hay riqueza alguna que pueda cobrar sentido si no es con relación a lo que no se posee.

***

Los pródigos actúan de la misma manera, sólo que más astutos, intentan disimular su avaricia en términos negativos, tratando de acaparar la nada. Cuando se percatan de lo insatisfactorio de su proceder, es demasiado tarde: ellos mismos se han arrojado, atados a su roca de tormento.

***

“Ahí podrás ver, hijo mío, cuan rápidamente pasa el soplo de los bienes de la Fortuna, por los que la raza humana se enorgullece y querella. Todo el oro que existe bajo la Luna, y todo el que ha existido, no puede dar un momento de reposo a una sola de esas almas fatigadas.”

De tal modo que sea coherente expresar, que todas las riquezas acumuladas por los hombres, no valen lo que una sola lágrima motivada por el dolor, puesto que a fin de cuentas ambas brillan con la luz, pero sólo una de las dos, se evapora presta con el tiempo, y por lo tanto, acrecienta su valía.


***


“-Maestro, enséñame cuál es esa Fortuna de que me hablas, y que así tiene entre sus manos los bienes del mundo.
Y él me respondió:
-¡Oh, locas criaturas! ¡Cuán grande es la ignorancia que les extravía!”

Habría que notar que sólo extraviándose entre tinieblas, fue como Dante, a la larga, logró ascender hasta el Cielo. De tal suerte que si la ignorancia es la que posibilita la desorientación total, inesperadamente, se constituya en nuestra mayor y más abundante fuente de riqueza.
“Bienaventurados los pobres de Espíritu por que de ellos será el Reino de los Cielos”.

***

“He aquí por qué mientras una nación impera, otra languidece, según el juicio de Aquel que está oculto, como la serpiente en la hierba.”

Entonces el responsable de nuestro hoy, agobiante e inmerso en la desigualdad, ya no se dedica a ofrecer frutos prohibidos, ahora especula con ellos…

***

“Sus transformaciones no tienen tregua; la necesidad la obliga a ser rápida; por eso cambia todo en el mundo con tanta frecuencia. Tal es esa, a quien tan a menudo vituperan los mismos que deberían ensalzarla, y de quien blasfeman y maldicen sin razón. Pero ella es feliz, y no oye esas maldiciones: contenta entre las primeras criaturas, prosigue su obra y goza en su beatitud.”

Sin duda Dante no se contiene en manifestarnos una vez más, en este pasaje, que su gran Fortuna es Beatriz, es decir, mujer.

***

“Hijo, contempla las almas de los que han sido dominados por la ira…”

Y es que si el área infernal de los avaros y pródigos, conecta con la de los iracundos, acaso sea porque entregarse a la ira extrema no sea sino acapararse uno mismo hasta la consumición. Y luego darse generosamente, de cabeza, contra el vacío.
Así, sin más, ni menos.



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Más textos del autor:
http://www.escritorium.com/buscatextosautor/170/


Imagen tomada de:
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sábado, 11 de agosto de 2007

Philip K. Dick: Cómo Construir un Universo Que no se Derrumbe Dos Días Después


por

Philip K. Dick

Primero, antes de que empiece a aburriros con el tipo de cosas que dicen habitualmente en charlas los escritores de ciencia ficción, dejadme que os transmita saludos oficiales de Disneylandia. Me considero un portavoz de Disneylandia porque vivo apenas a unas millas de allí; y, por si eso no fuera suficiente, una vez tuve el honor de ser entrevistado ahí por Paris TV.

Durante varias semanas después de la entrevista, estuve realmente enfermo y confinado en la cama. Creo que fueron las tazas de té que giraban. Elizabeth Antebi, que era la productora de la película, quería tenerme girando en una de esas tazas de té gigantes mientras discutía el alza del fascismo con Norman Spinrad... un viejo amigo mío que escribe una ciencia ficción excelente. También discutimos Watergate, pero eso lo hicimos en la cubierta de la nave pirata del Capitán Garfio. Niños pequeños con sombreros de Mickey Mouse -esos sombreros negros con las orejas- seguían corriendo y dándose contra nosotros mientras las cámaras zumbaban, y Elizabeth hizo preguntas inesperadas. Norman y yo, preocupados del zarandeo de los niños, dijimos algunas cosas extraordinariamente estúpidas aquel día. Hoy, sin embargo, tendré que aceptar toda la culpa por lo que os cuente, ya que ninguno de vosotros lleva sombreros de Mickey Mouse ni intenta trepar sobre mí con la idea de que soy parte del mobiliario de una nave pirata.

Los escritores de ciencia ficción, siento decirlo, realmente no saben nada. No podemos hablar sobre ciencia, porque nuestro conocimiento de ella es limitado y no oficial, y habitualmente nuestra ficción es espantosa. Hace algunos años, ningún instituto o universidad habría considerado jamás invitar a hablar a uno de nosotros. Eramos confinados misericordiosamente a revistas underground, sin impresionar a nadie. Aquellos días, los amigos me dirían, "¿pero estás escribiendo algo serio?", queriendo decir, "¿estás escribiendo algo que no sea ciencia ficción?". Anhelábamos ser aceptados, que nos hicieran caso. Entonces, de repente, el mundo académico se fijó en nosotros, fuimos invitados a dar charlas y aparecer en jurados, e inmediatamente parecimos idiotas. El problema es este, sencillamente; ¿de qué sabe un escritor de ciencia ficción? ¿En qué tema es una autoridad?

Me recuerda a un titular que apareció en un periódico de California justo antes de que volara allí. LOS CIENTÍFICOS DICEN QUE NO PUEDE HACERSE QUE LOS RATONES PAREZCAN SERES HUMANOS. Fue un programa de investigación fundado por el estado, supongo. Piensa que: hay alguien en este mundo que es una autoridad en el tema de si se puede o no poner a los ratones zapatos, sombreros hongos, camisetas a rayas y pantalones Dacron, y que pasen por humanos.

Bueno, os contaré lo que me interesa, lo que considero importante. No puedo decir que sea una autoridad en nada, pero puedo decir honestamente que determinados temas me fascinan, y que escribo sobre ellos todo el tiempo. Los dos temas básicos que me fascinan son "¿Qué es la realidad?" y "¿Qué constituye el auténtico ser humano?". Durante los veintisiete años en los que he publicado novelas e historias he investigado estos dos temas interrelacionados una y otra vez. Los considero temas importantes. ¿Qué somos? ¿Qué es esto que nos rodea, lo que llamamos no-yo, o el mundo empírico o fenoménico?

En 1951, cuando vendí mi primera historia, no tenía idea de que cuestiones tan fundamentales pudieran perseguirse en el campo de la ciencia ficción. Empecé a hacerlo inconscientemente. Mi primera historia tenía que ver con un perro que imaginaba que el hombre que recogía cada Viernes la basura estaba robando la valiosa comida que la familia había guardado cuidadosamente en un contenedor seguro de metal. Cada día, los miembros de la familia sacaban bolsas de buena comida madura, las metían en el contenedor de metal, aseguraban que la tapa estuviera bien cerrada, y cuando el contenedor estaba lleno, estas criaturas de aspecto horrible venían y lo robaban todo menos el contenedor.

Finalmente, en la historia, el perro empieza a imaginar que algún día los hombres que recogen la basura se comerían a la gente de la casa, además de comerse su comida. Y claro, el perro está equivocado sobre esto, todos sabemos que no se comen a la gente. Pero la extrapolación del perro en cierto sentido era lógica, dados los hechos de que disponía. La historia era sobre un perro real, que observaba y con el que intentaba meterme en su cabeza e imaginar como veía el mundo. Ciertamente, decidí, ese perro ve el mundo de una forma bastante diferente a como yo o cualquier humano lo hace. Y entonces empecé a pensar, quizá cada humano vive en un mundo único, privado, un mundo distinto de aquellos que experimentan y habitan el resto de los humanos. Y esto me llevó a preguntarme, si la realidad difiere de persona a persona, ¿podemos hablar de una realidad en singular, o no deberíamos realmente estar hablando de realidades plurales? Y si hay realidades plurales, ¿son algunas más ciertas (más reales) que otras? ¿Y el mundo de un esquizofrénico? Quizá, es tan real como el nuestro. Quizá no podemos decir que estamos en contacto con la realidad y que él no, sino que deberíamos decir que su realidad es tan diferente de la nuestra que no puede explicárnosla, y que no podemos explicarle nosotros la nuestra. El problema, entonces, es que si los mundos subjetivos se perciben de formas demasiado distintas, ahí ocurre una ruptura en la comunicación,... y allí está la verdadera enfermedad.

Una vez escribí una historia sobre un hombre que era herido y le llevaban a un hospital. Cuando empezaron a hacerle cirugía, descubrieron que era un androide, no un humano, pero que no lo sabía. Tuvieron que contarle las noticias. Casi inmediatamente, el señor Garson Poole descubrió que su realidad consistía en una cinta con agujeros que pasaba de carrete a carrete en su pecho. Fascinado, empezó a llenar algunos de los agujeros y a añadir otros. Inmediatamente, su mundo cambió. Una bandada de patos voló a través de la habitación cuando pinchó un nuevo agujero en la cinta. Finalmente cortó la cinta por completo, con lo que el mundo desapareció. Sin embargo, también desapareció para el resto de los personajes de la historia... lo que no tiene sentido, si lo piensas. A no ser que los otros personajes fueran figmentos de su fantasía de cinta agujereada. Que es lo que imagino que eran.

Siempre fue mi esperanza, al escribir novelas e historias que hacían la pregunta "¿qué es la realidad?", encontrar una respuesta algún día. Esta era la esperanza, también, de la mayor parte de mis lectores. Los años pasaron. Escribí cerca de treinta novelas y unas cien historias, y todavía no había podido averiguar qué era real. Un día una estudiante de instituto en Canadá me pidió que definiera qué era realidad, para un trabajo que estaba escribiendo en clase de filosofía. Quería una respuesta en una frase. Pensé sobre ello y dije finalmente, "Realidad es eso que, cuando dejas de creer en ello, no desaparece". Eso es todo lo que se me ocurrió. Eso fue en 1972. Desde entonces no he sido capaz de definir realidad con más lucidez.

Pero el problema es real, no es sólo un juego intelectual. Porque hoy vivimos en una sociedad donde los medios de comunicación fabrican realidades espúreas; los gobiernos, las grandes corporaciones, los grupos religiosos, políticos,... y existen los medios electrónicos para llevar estos pseudo-mundos durectamente en las cabezas de quienes lo leen, lo ven, lo escuchan. A veces cuando veo a mi hija de once años viendo la TV, me pregunto qué le está enseñando. O el momento equivocado, consideremos esto; un programa de TV producido para adultos es visto por un niño pequeño. Probablemente la mitad de lo que se dice es malinterpretado por el niño. Quizá todo. Y la cuestión es, ¿cuán auténtica es la información en todo caso, incluso si el niño la entiende correctamente? ¿Cuál es la relación entre la situación de comedia televisiva estándar y la realidad? ¿Y los programas sobre policías? Los coches están perdiendo el control continuamente, chocándose y ardiendo. La policía siempre es buena, y siempre gana. No ignoréis esto; la policía siempre gana. Menuda lección es esa. No debes luchar contra la autoridad, e incluso si lo haces, perderás. El mensaje aquí es, Sé pasivo, y Coopera. Si el Oficial Baretta te pide información, dásela, porque el Oficial Baretta es un buen hombre y hay que confiar en él. Te ama, y tú deberías hacer lo mismo.

Así que pregunto en lo que escribo, ¿qué es real? Porque se nos bombardea incesantemente con pseudo-realidades fabricadas por gente muy sofisticada que utiliza mecanismos electrónicos muy sofisticados. No desconfío de sus motivos; desconfío de su poder. Tienen mucho de eso. Y es un poder asombroso: el de crear universos enteros, universos de la mente. Debería saberlo. Yo hago lo mismo. Mi trabajo es crear universos, como la base de una novela tras otra. Y tengo que construirlos de una forma en que no se caigan dos días más tarde. O al menos eso es lo que esperan mis editores. Sin embargo, os contaré un secreto: me gusta construir universos que se derrumban. Me gusta verlos desestructurarse, y me gusta ver cómo los personajes en las novelas se manejan con este problema. Tengo un amor secreto al caos. Debería haber más de eso. No creáis -y soy absolutamente serio cuando digo esto-, no asumáis que el órden y la estabilidad son siempre buenos, en una sociedad o en el universo. Lo viejo, lo osificado, debe dejar paso siempre a vida nueva y al nacimiento de cosas nuevas. Antes de que las cosas nuevas nazcan las viejas han de perecer. Esto es una comprensión peligrosa, porque nos dice que eventualmente debemos separarnos de mucho de lo que nos es familiar. Y eso duele. Pero es parte del guión de la vida. A no ser que podamos acomodar psicológicamente el cambio, nosotros mismos empezamos a morir, hacia dentro. Lo que estoy diciendo es que los objetos, costumbres, hábitos y formas de vida han de perecer para que el ser humano auténtico pueda vivir. Y es el ser humano auténtico el que más importa, el organismo viable, elástico, que puede rebotar de vuelta, absorber, y manejarse con lo nuevo.

Por supuesto, digo esto porque vivo cerca de Disneylandia, y siempre están añadiendo nuevas atracciones y destruyendo las viejas. Disneylandia es un organismo que evoluciona. Durante años tuvieron el Simulacro Lincoln, que como Lincoln, fue sólo una forma temporal que tomaron materia y energía y que acabaron por desaparecer. Lo mismo es cierto de cada uno de nosotros, nos guste o no.

El filósofo griego pre-socrático Parménides enseñó que las únicas cosas que son reales son aquellas que nunca cambian,... y el filósofo griego pre-socrático Heráclito enseñó que todo cambia. Si solapas los dos puntos de vista, obtienes este resultado: Nada es real. Hay un paso siguiente fascinante a esta línea de pensamiento: Parménides nunca podría haber existido, porque se hizo viejo y murió y desapareció, con lo que, de acuerdo con su propia filosofía, nunca existió. Y Heráclito podría haber tenido razón -no olvidemos esto; así que si Heráclito tenía razón, entonces Parménides existió, y por tanto, según la filosofía de Heráclito, quizá Parménides tenía razón, ya que Parménides cumplía las condiciones, los criterios, por los que Heráclito juzgaba reales las cosas.

Ofrezco esto meramente para mostrar que en cuanto empiezas a preguntar qué es definitivamente real, te pones a decir cosas sin sentido. Zenón provó que el movimiento era imposible (bueno, sólo imaginó que lo había hecho; lo que le faltaba era lo que se llama técnicamente la "teoría de límites"). David Hume, el mayor escéptico de todos, una vez destacó que tras una reunión de escépticos reunidos para proclamar la veracidad del escepticismo como filosofía, se dio el hecho extraño de que todos los miembros de la reunión se fueron por la puerta en lugar de por la ventana. Veo el sentido de lo que cuenta Hume; era todo cháchara. Los solemnes filósofos no estaban tomándose en serio lo que decían.

Pero considero que la cuestión de definir lo que es real, esto es un tema serio, incluso vital. Y ahí en algún lugar hay otro tema, la definición de la auténtica humanidad. Debido al bombardeo de pseudo-realidades, se producen rápidamente humanos no-auténticos, espúreos; tan falsos como los datos presionándoles desde todos los frentes. Mis dos temas son realmente uno sólo; se unen en este punto. Las falsas realidades crearán falsos humanos. O, los falsos humanos generarán realidades falsas, y entonces las traficarán con otros humanos falsos. Es sencillamente una versión muy larga de Disneylandia. Puedes tener el Paseo Pirata o el Simulacro Lincoln o el Paseo Salvaje de Mr.Toad, puedes tenerlos todos, pero ninguno es cierto.

Al escribir me interesé tanto por las falsificaciones que finalmente llegué al concepto de los falsos falsos. Por ejemplo, en Disneylandia hay pájaros falsos accionados por motores eléctricos que emiten graznidos y chillidos cuando pasas. Supongamos que alguna noche nos coláramos en el parque y con pájaros reales y sustituyésemos los artificiales. Imaginad el horror que sentirían los dueños cuando descubrieran la cruel broma. ¡Pájaros de verdad! Y quizá algún día incluso hipopótamos y leones reales. Consternación. El parque siendo transmutado astutamente por fuerzas siniestras de lo irreal a lo real. Por ejemplo supongamos, ¿y si el Matterhorn se convirtiera en una montaña genuina cubierta de nieve? ¿Y si el lugar entero, por un milagro del poder y sabiduría de Dios, fuera cambiado en un momento, con el guiño de un ojo, en algo incorruptible? Tendrían que cerrar.

En el Timeo de Platón, Dios no crea el universo, como lo hace el Dios Cristiano; simplemente se lo encuentra un día. Está en un estado de caos total. Dios se pone a trabajar para transformar el caos en órden. Esa idea me atrae, y la he adaptado a mis necesidades intelectuales: ¿y si nuestro universo empezó siendo poco real, una especie de ilusión como enseña la religión hindú, y Dios, por amor y amabilidad hacia nosotros, lo estuviera transmutando lenta y secretamente en algo real?

No seríamos conscientes de esta transformación, ya que no eramos conscientes en primer lugar de que nuestro mundo fuera una ilusión. Esto es técnicamente una idea gnóstica. El gnosticismo es una religión que abrazaron judíos, cristianos y paganos, durante varios siglos. He sido acusado de mantener ideas gnósticas. Supongo que lo hago. En determinado momento me habrían quemado. Pero algunas de sus ideas me intrigan. Una vez, cuando estaba investigando el gnosticismo en la Enciclopedia Británica, me encontré con una mención de un codex gnóstico llamado El Dios Irreal y los Aspectos de su Universo No Existente, una idea que me redujo a una risa desesperada. ¿Qué tipo de persona escribiría sobre algo que sabe que no existe, y cómo puede algo que no existe tener aspectos? Pero entonces me di cuenta de que había estado escribiendo sobre estas cuestiones durante veinticinco años. Supongo que se puede decir mucho cuando escribes sobre un tema que no existe. Un amigo mío publicó una vez un libro llamado Serpientes de Hawai. Varias librerías le escribieron pidiendo copias. Bueno, no hay serpientes en Hawai. Todas las páginas de su libro estaban en blanco.

Por supuesto, en la ciencia ficción no hay pretensiones de que los mundos descritos sean reales. Por eso lo llamamos ficción. Se le advierte al lector por adelantado que no crea en lo que va a leer. Del mismo modo, los visitantes de Disneylandia entienden que Mr.Toad no existe realmente y que los piratas se mueven gracias a motores y mecanismos servo-asistidos, relés, y circuitos electrónicos. Con lo que no hay ningún engaño.

Y aun así lo extraño es, que de alguna forma, de alguna forma real, mucho de lo que aparece bajo el título "ciencia ficción" es real. Puede no ser literalmente cierto, supongo. Nunca hemos sido realmente invadidos por criaturas de otro sistema solar, como se describía en Encuentros en la Tercera Fase. Los productores de esa película nunca pretendieron que lo creyéramos. ¿O sí?

Y más importante, si hubieran intentado afirmar esto, ¿sería realmente verdad?. Esa es la cuestión, no si el autor o el productor lo creen, sino, ¿es verdad?. Porque, por un accidente, mientras persigue una buena historia, un escritor de ciencia ficción o un productor o un escritor de guiones podría dar con la verdad,... y darse cuenta más tarde.

La herramienta más básica para la manipulación de la realidad es la manipulación de las palabras. Si puedes controlar el significado de las palabras, puedes controlar a la gente que debe usar las palabras. George Orwell lo dejó claro en su novela 1984. Pero otra forma de controlar las mentes de la gente es controlar sus percepciones. Si puedes hacer que vean el mundo como lo haces, pensarán como piensas. La comprensión sigue a la percepción. ¿Cómo haces que vean la realidad que ves? Después de todo, es sólo una realidad entre muchas. Las imagenes son un constituyente básico; por esto es por lo que el poder de la TV para influir las mentes jóvenes es tan brutalmente vasto. Palabras e imágenes son sincronizados. La posibilidad del control total del espectador existe, especialmente en el jóven. Ver la TV es una especie de aprendizaje en el sueño. Un electroencefalograma de una persona viendo shows televisivos muestra que tras una media hora el cerebro decide que no está pasando nada, y pasa a un estado de hipnosis emitiendo ondas alfa. Esto se debe a que hay muy poco movimiento ocular. Además, mucha de la información es gráfica, y por lo tanto pasa al hemisferio derecho del cerebro en lugar de ser procesado por el izquierdo, donde se encuentra la personalidad consciente. Experimentos recientes indican que mucho de lo que vemos en la pantalla de la TV es recibido de forma subliminal. Sólo imaginamos que vemos conscientemente lo que hay ahí. El grueso de los mensajes evitan nuestra atención; literalmente tras unas horas de ver la TV, no sabemos qué hemos visto. Nuestros recuerdos son espúreos, como los de los sueños; los huecos se llenan retrospectivamente. Y se falsifican. Hemos participado sin saberlo en la creación de una realidad espúrea, y nos hemos obligado a alimentarnos con ella. Hemos conspirado contra nosotros hacia nuestra propia condenación.

Y -digo esto como escritor profesional de ficción-, los productores, los que escriben guiones, y los directores que crean estos mundos de audio/video, no saben cuánto de su contenido es verdad. En otras palabras, son víctimas de su propio producto, junto con nosotros. Hablando por mí, no sé cuanto de lo que escribo es verdad, o qué partes (si alguna) es cierta. Esta es una situación potencialmente letal. Tenemos ficción imitando a la verdad, y verdad imitando ficción. Tenemos un solapamiento peligroso, una peligrosa zona borrosa. Y probablemente no es deliberado. De hecho, eso es parte del problema. No puedes legislar para que un autor etiquete correctamente su producto, como una lata de pudding cuyos ingredientes vienen listados en la etiqueta... no puedes hacerle declarar qué parte es verdad y qué parte no cuando él mismo lo ignora.

Es una experiencia espeluznante escribir algo en una novela, creyendo que es pura ficción, y aprender más tarde -quizá años después- que es cierto. Me gustaría daros un ejemplo. Es algo que no entiendo. Quizá podais darme una teoría. Yo no puedo.

En 1970 escribí una novela llamada "Fluyan mis lágrimas, dijo el policía". Uno de los personajes es una chica de diecinueve años llamada Kathy. El nombre de su marido es Jack. Kathy parece trabajar para el underground criminal, pero más tarde, según nos adentramos en la novela, descubrimos que está trabajando para la policía. Está teniendo una relación con un inspector de policía. El personaje es pura ficción. O al menos pienso que lo era.

En cualquier caso, el día de Navidad de 1970, conocía a una chica llamada Kathy -esto fue tras haber acabado la novela, se entiende-. Tenía diecinueve años. Su novio se llamaba Jack. Pronto aprendí que Kathy traficaba con drogas. Me pasé meses intentando hacer que dejara lo de traficar; la advertí una y otra vez que podrían cogerla. Entonces, un atardecer mientras entrábamos juntos a un restaurante, Kathy se detuvo en seco y dijo, "no puedo entrar". Sentado en el restaurante estaba un inspector de policía que conocía. "Tengo que decirte la verdad", dijo Kathy, "tengo una relación con él".

Ciertamente, se trata de raras coincidencias. Quizá tuviera precognición. Pero el mistero se vuelve aún más raro; la siguiente etapa me desconcierta totalmente. Lo ha hecho durante cuatro años.

En 1974 la novela fue publicada por Doubleday. Una tarde estaba hablando con mi sacerdote -soy episcopaliano-, y resultó que le mencioné una escena importante cerca del final de la novela en la que el personaje Felix Buckman conoce a un tipo negro en una gasolinera abierta 24 horas, y empiezan a hablar. A medida que describía en la escena en más y más detalle, mi sacerdote se puso progresivamente cada vez más agitado. Al fin dijo, "¡eso es una escena del Libro de Actos, de la Biblia! La persona que encuentra al hombre negro en el camino se llama Philip, como tú". El padre Rasch estaba tan afectado por la semblanza que no podía siquiera localizar la escena en la Biblia. "Lee los Actos", me instruyó, "y estarás de acuerdo. Es lo mismo hasta en detalles específicos".

Fui a casa y leí la escena en Actos. Sí, el Padre Rasch tenía razón; la escena en mi novela estaba narrando otra vez obviamente la escena en Actos... y nunca había leído los Actos, he de admitir. Pero de nuevo el puzzle se hizo más profundo. En Actos, el alto oficial romano que arresta e interroga a San Pablo se llama Felix, el mismo nombre que mi personaje. Y mi personaje Felix Buckman es un policía de alto rango; de hecho, en mi novela tiene el mismo papel que Felix en el Libro de Actos; la autoridad final. Hay una conversación en mi novela que se parece mucho a una conversación entre Félix y Pablo.

Bueno, decidí probar y ver otras semblanzas. El personaje principal de mi novela se llama Jason. Cogí un índice para la Biblia y miré a ver si alguien llamado Jason aparecía en algún lugar en la Biblia. No podía recordar ninguno. Bueno, un hombre llamado Jason aparece una vez (y sólo una) en la Biblia. Es en el Libro de Actos. Y, como si fuera una plaga con más coincidencias, en mi novela Jason está escapando de las autoridades y toma refugio en la casa de una persona, y en Actos el hombre llamado Jason da refugio a un fugitivo en su casa; una inversión exacta de la situación de mi novela, como si el Espíritu misterioso responsable de todo esto estuviera riéndose de algún modo de todo el asunto.

Felix, Jason, y el encuentro en el camino con el hombre negro que es un completo extraño. En Actos, el discípulo Philip bautiza al hombre negro, que después se marcha regocijado. En mi novela, Felix Buckman busca al hombre negro desconocido para obtener apoyo emocional, porque la hermana de Felix Buckman acaba de morir y él está derrumbándose psicológicamente. El hombre negro ayuda al estado de ánimo de Buckman, y aunque Buckman no se va regocijado, al menos sus lágrimas han dejado de caer. Ha estado volando a casa, llorando la muerte de su hermana, y tenía que estar con alguien, cualquiera, incluso un completo desconocido. Es un encuentro entre dos extraños en el camino que cambia la vida de uno de ellos; tanto en mi novela como en Actos. Y un último capricho del misterioso espíritu; el nombre Felix es la palabra latina para "Feliz". Lo cual no sabía hasta que escribí la novela.

Un estudio cuidadoso de mi novela muestra que por razones que no puedo siquiera empezar a explicar había reescrito varios de los incidentes básicos de un libro en particular de la Biblia, incluso con los nombres adecuados. ¿Cómo podría explicar esto? Fue hace cuatro años que descubrí esto. Durante cuatro años he intentado idear una teoría y no lo he conseguido. Dudo que alguna vez lo haga.

Pero el misterio no ha terminado aquí, como imaginé. Hace dos meses estaba andando al buzón para enviar una carta tarde, por la noche, también para disfrutar la vista de la Iglesia de Saint Joseph, que está en el lado opuesto a mi edificio de apartamentos. Vi un hombre merodeando sospechosamente cerca de un coche aparcado. Parecía que fuera a robar el coche, o algo de él; según volví del buzón, el hombre se escondió tras un árbol. En un impulso caminé hacia él y le pregunté, "¿sucede algo?"

"No tengo gasolina", dijo el hombre, "y no tengo dinero".

Increiblemente, porque nunca había hecho esto antes, saqué mi cartera, cogí todo el dinero de ella, y le di el dinero. Entonces me chocó la mano y me preguntó dónde vivía, para que pudiera devolvermelo más tarde. Regresé a mi apartamento, y entonces me di cuenta de que el dinero no le haría ningún bien, puesto que no habían gasolineras cerca. Así que volví, en mi coche. El hombre tenía una lata de gasolina en el maletero del coche, y juntos, condujimos mi coche hasta una gasolinera. Pronto estábamos ahí, dos extraños, mientras que el tipo de la gasolinera llenaba la lata. De pronto me di cuenta de que esta era la escena de mi novela, la novela que había escrito ocho años antes. La gasolinera era exáctamente como la que había vimaginado cuando escribí la escena; el tipo rellenando, la deslumbrante luz blanca,... y ahora vi algo que no había visto antes. El extraño al que ayudaba era negro.

Condujimos de vuelta a su coche con la gasolina, nos dimos la mano, y entonces volví a mi edificio de apartamentos. Nunca le vi otra vez. No podría haberme devuelto el dinero, porque no le había dicho cual de los muchos apartamentos era el mío o cuál era mi nombre. Estaba terriblemente agitado por esta experiencia. Había vivido literalmente una escena totalmente como había aparecido en mi novela. Lo que es decir, que había vivido una especie de réplica de la escena de Actos en la que Philip se encuentra al hombre negro en el camino.

¿Qué podría explicar todo esto?

La respuesta que se me ha ocurrido puede no ser correcta, pero es la única que tengo. Tiene que ver con el tiempo. Mi teoría es esta: en cierto sentido importante, el tiempo no es real. O quizá es real, pero no tal como lo experimentamos o imaginamos que es. Tenía la certitud aguda, irrefrenable (y aún la tengo) de que a pesar del cambio que vemos, un paisaje específico permanente subyace al mundo del cambio: y que este paisaje invisible que subyace es el de la Biblia; específicamente, es el periodo que sigue inmediatamente a la muerte y resurrección de Cristo; es, en otras palabras, el periodo de tiempo del Libro de Actos.

Parménides estaría orgulloso de mí. He mirado a un mundo en constante cambio y he declarado que bajo él se encuentra lo eterno, lo que no cambia, lo absolutamente real. ¿Pero cómo ha sucedido esto? Si el tiempo real es el 50 D.C., ¿por qué vemos el 1978 D.C.? Y si estamos viviendo realmente en el Imperio Romano, en algún lugar de Siria, ¿por qué vemos los Estados Unidos?

Durante la Edad Media surgió una teoría curiosa, que os presento ahora por lo que merece la pena. Es la teoría de que el Malvado -Satán- es el "Mono de Dios". Que crea imitaciones espúreas de la creación, de la auténtica creación de Dios, y entonces las interpola con la creación auténtica. ¿Ayuda esta teoría rara a explicar mi experiencia? ¿Hemos de creer que estamos confusos, engañados, que esto no es el año 1978 sino el 50... y Satán ha generado una realidad falsificada para atrofiar nuestra fé en el regreso de Cristo?

Puedo imaginarme siendo examinado por un psiquiatra. El psiquiatra dice, "¿qué año es?", y yo digo, "el 50 D.C.". El psiquiatra parpadea y entonces pregunta, "¿y dónde estás?", y repondo, "en Judea". "¿Dónde demonios está eso?", pregunta el psiquiatra. "Es parte del Imperio Romano", tendría que responder. "¿Sabes quién es el Presidente?", preguntaría el psiquiatra, y yo respondería, "El Procurador Felix". "¿Estás realmente seguro de esto?" preguntaría el psiquiatra, mientras que da una señal a escondidas a un par de funcionarios muy grandes. "Sí", respondería. "A no ser que Felix haya sido degradado y sustituído por el Procurador Festus. Es decir, San Pablo fue retenido por Felix para-". "¿Quién te contó todo esto?" rompería la conversación el psiquiatra irritado, y yo respondería, "El Espíritu Santo". Y después de eso estaría en una sala acolchada, mirando hacia fuera, y sabiendo sin ninguna duda cómo llegué aquí.

Todo en esa conversación sería cierto, en cierto sentido, aunque palpablemente no cierto en otro. Sé perfectamente que la fecha es 1978 y que el Presidente es Jimmy Carter y que vivo en Santa Ana, California, en los Estados Unidos. Incluso sé como ir desde mi apartamento a Disneylandia, un hecho que no parece que sea capaz de olvidar. Y seguro que no habían Disneylandias en los tiempos de San Pablo.

Así que, si me fuerzo a ser muy racional y razonable y todas esas cosas buenas, he de admitir que la existencia de Disneylandia (que sé que es real) prueba que no estamos viviendo en Judea en el 50 D.C. La idea de San Pablo dando vueltas en tazas de té gigantes mientras que componía Corintios, mientras que Paris TV le filma, eso sí que no puede ser. San Pablo nunca iría a Disneylandia. Sólo niños, turistas, y altos oficiales soviéticos, van alguna vez a Disneylandia. Los santos no.

Pero de alguna forma aquel material bíblico atrapó mi inconsciente y trepó hasta mi novela, e igualmente cierto, por alguna razón en 1978 reviví una escena que había descrito en 1970. Lo que quiero decir es esto: hay pruebas internas en al menos una de mis novelas de que otra realidad, que no cambia, exactamente como sospechaban Parménides y Platón, subyace el mundo visible fenoménico del cambio, y de alguna forma, quizá para sorpresa nuestra, podemos atravesar y llegar a ella. O algún espíritu misterioso puede ponernos en contacto con ella, si quiere que veamos este otro paisaje permanente. El tiempo pasa, miles de años pasan, pero en el mismo instante en que vemos este mundo contemporáneo, el mundo antigo, el mundo de la Biblia, se oculta tras él, aún ahí y aún real. Eternamente.

¿Debería arriesgarme y contar el resto de esta peculiar historia? Lo haré, habiendo llegado tan lejos ya. Mi novela "Fluyan mis lágrimas, dijo el policía" fue publicada por Doubleday en Febrero de 1974. La semana después de que fuera publicada, me quitaron dos muelas del juicio, y me dieron pentatol sódico. Más tarde ese día me encontré con un dolor intenso. Mi mujer telefoneó al dentista y llamó a una farmacia. Media hora después hubo una llamada en mi puerta; la persona que traía el paquete con la medicación. Aunque estaba sangrando y enfermo y débil, sentí la necesidad de responder a la llamada en la puerta yo mismo. Cuando abrí la puerta, me encontré frente a una mujer jóven -que llevaba un collar de oro brillante en el centro del cual había un reluciente pez dorado. Por alguna razón fui hipnotizado por el pez dorado, olvidé mi dolor y la medicación, olvidé que la chica estaba ahí. Me quedé mirando al símbolo del pez.

"¿Qué significa eso"?, le pregunté.

La chica tocó el pez dorado brillante con su mano y dijo, "esto es un símbolo llevado por los primeros cristianos". Entonces me dio el paquete con la medicación.

En ese instante, mientras miraba el signo del pez y oía sus palabras, de pronto experimenté lo que después entendí como anamnesis, la palabra griega que significa literalmente "pérdida de olvido". Recordé quién era y dónde estaba. En un instante, en el guiño de un ojo, todo regresó a mí. Y no sólo podía recordarlo sino verlo. La chica era una cristiana secreta, y yo también lo era. Vivíamos con miedo a ser detectados por los Romanos. Teníamos que comunicarnos con señales crípticas. Ella me acababa de decir todo esto, y era cierto.

Durante un breve espacio de tiempo, por difícil que sea de creer o explicar, ví la imagen de los contornos como una negra prisión de la odiosa Roma. Pero, mucho más importante, recordé a Jesús, que había estado recientemente con nosotros, y se había ido temporalmente, y volvería muy pronto. Mi emoción era gozo. Estábamos preparando secretamente su recibimiento de vuelta. No sería mucho. Y los romanos no lo sabían. Pensaron que él estaba muerto, muerto para siempre. Ese era nuestro gran secreto, nuestro gozoso conocimiento. A pesar de las apariencias, Cristo iba a regresar, y nuestro disfrute y anticipación no tenían fronteras.

¿No es raro que este extraño evento, esta recuperación de un recuerdo perdido, ocurriera sólo una semana después de que se publicara "Fluyan mis Lágrimas"? ¿Y no es Fluyan mis Lágrimas lo que contiene la réplica de la gente y los eventos del Libro de Actos, que se localiza en el preciso momento en el tiempo -justo tras la muerte y resurrección de Jesús- que había recordado, a través del símbolo del pez dorado, justo lo que acababa de suceder?

Si fueras yo, y esto te hubiera pasado, estoy seguro de que no habrías podido dejarlo estar. Buscarías alguna teoría que pudiera dar cuenta de ello. Durante cuatro años ahora, he estado intentando una teoría tras otra: tiempo circular, tiempo congelado, tiempo sin tiempo, lo que se denomina tiempo "sagrado" respecto al "mundano"... no puedo contar las teorías que he intentado. Una constante ha prevalecido, sin embargo, a través de todas las teorías. Debe de haber algún misterioso Espíritu Santo que tiene una relación exacta e íntima con Cristo, que puede habitar las mentes humanas, guiarlas e informarlas, e incluso expresarse a través de esos humanos, incluso sin que sean conscientes de ello.

En la escritura de Fluyan Mis Lágrimas, en 1970, hubo un suceso inusual que me di cuenta en aquel momento de que no era normal, no era una parte del proceso normal de escribir. Tuve un sueño una noche, un sueño especialmente vívido. Y entonces me levanté y me encontré bajo la compulsión -la necesidad absoluta- de plasmar el sueño en el texto de la novela tal y como lo había soñado. Para trasladar el sueño de forma correcta, tuve que hacer once borradores de la parte final del manuscrito, hasta que estuve satisfecho.

Citaré ahora la novela, tal y como apareció al final en su forma publicada. Mirad a ver si este sueño os recuerda a algo.


El campo, marrón y seco, en verano, donde había vivido de niño. Cabalgaba un caballo, y acercándose a su izquierda un pelotón de caballos aproximandose lentamente. En los caballos cabalgaban hombres con togas brillantes, cada una de un color distinto; cada uno llevaba un casco acabado en pico que centelleaba con la luz del Sol. Los caballeros lentos y solemnes le adelantaron, y mientras viajaban se fijó en el rostro de uno; un antiguo rostro de mármol, un hombre terriblemente viejo con cascadas ondeadas de barba blanca. Cuán fuerte la nariz que tenía. Qué nobles rasgos. Tan cansado, tan serio, tan más allá de los hombres normales. Evidentemente era un rey.

Felix Buckman le dejó pasar; no les habló, ni ellos lo hicieron con él. Juntos, todos se movieron hacia la casa de la que él había venido. Un hombre se había encerrado dentro de la casa, un hombre sólo, Jason Taverner, en el silencio y la oscuridad, sin ventanas, por sí mismo desde ahora hasta la eternidad. Y entonces escuchó de detrás de él un sólo chillido espantoso. Habían matado a Taverner; y viéndoles entrar, sintiéndolos en las sobras alrededos suyo, sabiendo lo que pretendían hacer con él, Taverner había chillado.

Felix Buckman sintió una desolada pena total y absoluta. Pero en el sueño no regresó ni miró hacia atrás. No se podía hacer nada. Nadie podría haber detenido la pandilla de los hombres de togas multicolor; no se les podría haber convencido. En cualquier caso, había acabado. Taverner estaba muerto.



Este pasaje probablemente no os sugiera nada en particular, excepto por una pandilla que juzga y aplica la ley sobre alguien bien culpable o bien considerado clpable. No está claro si de hecho Taverner ha cometido algún crimen o si meramente se cree que lo ha hecho. Tengo la impresión de que era culpable, pero era una tragedia que tuviera que ser asesinado, una tragedia terriblemente triste. En la novela, este sueño hace que Felix Buckman empiece a llorar, por lo que busca al hombre negro en la gasolinera 24 horas.

Meses después de que la novela fuera publicada, encontré la sección en la Biblia a la que se refiere este sueño. Es Daniel, 7:9:


"Se situaron en su lugar tronos y uno anciano en años tomó su sitio. Su toga era blanca como la nieve y el pelo de su cabeza como la lana más limpia. Su trono eran llamas de fuego, y sus ruedas llamaradas; un río fluía fuego frente a él. Miles le servían y multitudes atendían su presencia. La corte se sentó, y el libro fue abierto."

El hombre anciano de pelo blanco aparece de nuevo en Revelación, 1:13:

"Vi... uno como un hijo del hombre, con una toga hasta sus pues, con una faja dorada alrededor de su pecho. El pelo de su cabeza era blanco como lana nívea, y sus ojos en llamas eran como fuego; sus pies destellaban como latón pulido refinado en un horno, y su voz era como el sonido de los torrentes de agua."

Y entonces 1:17:

"Cuando le vi, caí a sus pies como si estuviera muerto. Pero puso su mano derecha sobre mí y dijo, "no temas. Soy el primero y el último, y soy el viviente, ya que estuve muerto y ahora estoy vivo eternamente, y llevo las llaves de la Muerte y de sus dominios. Escribe por tanto lo que has visto, lo que es ahora, y lo que será de ahora en adelante."

Y, como John de Patmos, escribí fielmente lo que vi y lo puse en mi novela. Y era cierto, aunque en el momento no sabía lo que quería decir esta descripción:

"... y mientras viajaban se fijó en el rostro de uno; un antiguo rostro de mármol, un hombre terriblemente viejo con cascadas ondeadas de barba blanca. Cuán fuerte la nariz que tenía. Qué nobles rasgos. Tan cansado, tan serio, tan más allá de los hombres normales. Evidentemente era un rey."

De hecho era un rey. Es Cristo regresado, para juzgar. Y esto es lo que hace en mi novela, juzgar al hombre encerrado en oscuridad. El hombre encerrado en oscuridad debe ser el Príncipe del Mal, la Fuerza de la Oscuridad. Llámalo como quieras, su hora había llegado. Estaba juzgado y condenado. Felix Buckman podía lamentarse ante la tristeza de ello, pero sabía que el veredicto no podía disputarse. Así que continuó cabalgando, sin darse la vuelta ni mirar atrás, oyendo tan sólo el chillido del miedo y la derrota: el llanto del mal destruído.




Así que mi novela contenía material de otras partes de la Biblia, así como de secciones de los Actos. Descifrada, mi novela cuenta una historia bastante distinta de la superficial (que no necesitamos discutir aquí). La historia real es sencillamente esta: el regreso de Cristo, ahora rey en lugar de sirviente que sufre. Juez en lugar de víctima de un juicio injusto. Todo al revés. El núcleo del mensaje de mi novela, sin saberlo yo, era una advertencia a los poderosos: pronto seréis juzgados y condenados. ¿A quién me refería específicamente? Bueno, no puedo decir realmente; o quizá es que preferiría no hacerlo. No tengo certeza alguna, sólo una intuición. Y eso no es suficiente para continuar, así que me guardaré mis pensamientos. Pero podríais preguntaros qué eventos políticos sucedieron en este país entre febrero y agosto de 1974. Quién fue juzgado y condenado, y cayó como una estrella fugaz hacia la ruina y la desgracia. El hombre más poderoso del mundo. Y me apena él ahora como cuando lo soñé en aquel sueño. "Aquel pobre hombre", le dije una vez a mi mujer, con lágrimas en los ojos. "Encerrado en la oscuridad, tocando el piano en la noche para sí mismo, sólo y asustado, sabiendo lo que está por venir". Por el amor de Dios, perdonemosle al final. Pero lo que se le hizo a él y a todos sus hombres -"los hombres del Presidente" como se suele decir- debía hacerse. Pero se acabó, y debería dejarsele ver la luz del sol otra vez; ninguna criatura o persona debería ser encerrada por siempre en la oscuridad, con el miedo. No es humano.

Precisamente mientras la Corte Suprema estaba decidiendo que las grabaciones de Nixon debían llevarse al fiscal especial, estaba comiendo en un restaurante chino en Yorba Linda, el pueblo de California en el que Nixon fue al colegio; donde creció, donde trabajó en un supermercado, donde hay un parque que lleva su nombre, y por supuesto la casa Nixon, simples listones de madera y todo eso. En mi galleta de la suerte, el papel decía lo siguiente:

LOS ACTOS HECHOS EN SECRETO TIENEN
UN CAMINO PARA SER AVERIGUADOS


Envié por correo el papel a la Casablanca, mencionando que el restaurante chino estaba localizado en un radio de una milla respecto a la casa original de Nixon, y dije, "creo que ha habido un error; por accidente he recibido la galleta de la suerte del señor Nixon. ¿Tiene él la mía?". La Casablanca no respondió.

Bueno, como dije antes, el autor de un trabajo de supuesta ficción podría escribir la verdad sin saberlo. Citando a Jenófanes, otro presocrático, "Incluso si un hombre tuviera la oportunidad de hablar la verdad más completa, él no la conoce; todas las cosas están envueltas en apariencias" (fragemento 34). Y Heráclito añadió a esta: "La naturaleza de las cosas es el hábito de ocultarse" (fragmento 54). W.S.Gilbert, de Gilbert y Sullivan, lo proponía así: "Las cosas rara vez son lo que parecen; mascaradas de leche desnatada como crema". Lo importante de todo esto es que no podemos confiar en nuestros sentidos y probablemente siquiera nuestro razonamiento a priori. Respecto a nuestros sentidos, entiendo que la gente que hubiera sido ciega desde el nacimiento y obtuviese de repente vista quedase asombrada de descubrir que los objetos parecen ser más y más pequeños a medida que se alejan. Logicamente, no hay razón para esto. Nosotros, por supuesto, hemos aprendido a aceptar esto, porque nos hemos acostumbrado. Vemos los objetos haciendose más pequeños, pero sabemos que en realidad siguen siendo del mismo tamaño. Así que incluso la persona en su realidad pragmática del día a día usa una cierta magnitud del proceso de descartar cosas de lo que sus ojos y oídos le cuentan.

Poco de los que escribió Heráclito ha sobrevivido, y lo que tenemos es oscuro, pero el Fragmento 54 es lúcido e importante: "La estructura latente es maestra de la estructura obvia". Esto significa que Heráclito creía que había un velo sobre el paisaje real. También podría haber sospechado que el tiempo de alguna forma no fuera lo que parece, ya que en el Fragmento 52 dijo: "El tiempo es un niño que juega damas: de un niño es el reino". Esto es desde luego críptico. Pero también dijo, en Fragmento 18: "Si uno no lo espera, uno no hallará lo inesperado, dado que es inhallable y ningun camino nos puede llevar a ello". Edward Hussey, en su erudito libro Los Presocráticos, dice:

"Si Heráclito es tan insistente sobre la falta de entendimiento mostrado por la mayor parte de los hombres, parecería razonable que ofreciera instrucciones más profundas para penetrar en la verdad. La cháchara de acertijos sugiere que algún tipo de revelación, más allá del control humano, es necesaria... la verdadera sabiduría, como se ha podido ver, está cercanamente asociada con dios, lo cual insiste en la sugerencia de que para el avance de la sabiduría un hombre se convierte como, o una parte de, dios.

Esta cita no es de un libro religioso o de teología; se trata de un análisis de los filósofos más tempranos por parte de un profesor de Filosofía Antigua en la Universidad de Oxford. Hussey aclara que para estos filósofos tempranos no había distinción entre filosofía y religión. El primer salto cuántico en la teología griega fue por Jenófanes de Cólofon, nacido a mitad del siglo VI antes de cristo. Jenófanes, sin recurrir a autoridad alguna excepto la de su propia mente, dice:

Hay un dios, de ninguna manera como criaturas mortales en forma corpórea o en el pensamiento de sus mentes. El todo de él ve, piensa, escucha. Siempre se mantiene sin movimiento en el mismo lugar; no es adecuado que debiera moverse ahora de esta forma, luego de esa otra.

Este es un concepto sutil y avanzado de Dios, evidentemente sin precedente entre los pensadores griegos. "Los argumentos de Parménides parecen mostrar que toda realidad ha de ser de hecho una mente", escribe Hussey, "o un objeto del pensamiento en una mente". Específicamente respecto a Heráclito, dice, "En Heráclito es difícil decir hasta qué punto los designios en una mente divina se distinguen de su ejecución en el mundo, o de hecho hasta qué punto la mente de Dios se distingue del mundo". En siguiente salto de Anaxágoras siempre me ha fascinado. "Anaxágoras fue llevado a una teoría de la microestructura de la materia que la constituía, hasta cierto punto misteriosa a la razón humana". Anaxágoras creía que todo era determinado por la Mente. Estos no eran pensadores infantiles ni primitivos. Debatían asuntos serios y estudiaban el uno los puntos de vista del otro con hábil intuición. No fue hasta el momento de Aristóteles que sus puntos de vista se redujeron a lo que podemos clasificar nítidamente -aunque erróneamente- como primitivos. La suma de mucha teología y filosofía presocráticos puede afirmarse como sigue: el cosmos no es lo que parece ser, y lo que es probablemente en su nivel más profundo, es exactamente lo que el ser humano es en su nivel más profundo; llámese mente o alma, es algo unitario que vive y piensa, y que sólo en apariencia es plural y material. En buena parte, este punto de vista nos llega a través de la doctrina del Logos respecto a Cristo. El Logos era a la vez aquello que pensaba, y la cosa que pensaba: pensamiento y pensador juntos. El universo, entonces, es pensador y pensado, y dado que somos parte de él, al final en el análisis, siendo humanos somos pensamientos y pensadores de estos pensamientos.

Así, si Dios piensa sobre Roma en torno al 50 D.C, entonces Roma cerca del 50 D.C. es. El universo no es un reloj de cuerda y Dios la mano que le da cuerda. No es un reloj a pilas con Dios como batería. Spinoza creía que el universo es el cuerpo de Dios extensivo en el espacio. Pero bastante antes de Spinoza -dos mil años antes-, Jenófanes había dicho, "sin esfuerzo, él empuña todas las cosas por el pensamiento de su mente" (Fragmento 25)

Si alguno habéis leído mi novela Ubik, sabéis que la misteriosa entidad o mente o fuerza llamada Ubik empieza como una serie de anuncios publicitarios baratos y vulgares, y acaba diciendo:

Soy Ubik. Antes del universo era yo. Hice los soles. Hice los mundos. Creé las vidas y los lugares que habitan; les muevo aquí, les pongo ahí. Marchan como digo, hacen como les digo. Soy la palabra y mi nombre nunca es pronunciado, el nombre que nadie conoce. Soy llamado Ubik pero ese no es mi nombre. Soy. Siempre seré.

Es obvio desde aquí quién y qué es Ubik; específicamente dice que es la palabra, lo que es decir, el Logos. En la traducción alemana, hubo uno de los lapsos más maravillosos respecto al entendimiento correcto que jamás he encontrado; Dios nos ayude si el hombre que tradujo mi novela Ubik al alemán hubiera tenido que traducir el Nuevo Testamento del griego koiné al alemán. Lo hizo todo bien hasta que llegó a la frase "soy la palabra". Eso le dejó perplejo. ¿Qué puede querer decir el autor con eso?, debió preguntarse a sí mismo, obviamente no habiéndose encontrado nunca con la doctrina del Logos. Así que hizo la mejor traducción que pudo. En la edición alemana, la Entidad Absoluta que hizo los soles, creó los mundos, creó las vidas y los lugares que habitan, dice de sí misma:

Soy la marca comercial (N. del T. en inglés "brand name", nombre-de-la-marca)

Si hubiera traducido el Evangelio según San Juan, supongo que habría salido algo así como:

Cuando todas las cosas comenzaron, ya era la marca comercial. La marca comercial habitaba con Dios, y lo que Dios era, la marca comercial era.

Podría parecer que no sólo traigo saludos de Disneylandia sino de Mortimer Snerd. Tal es el destino de un autor que tenía la esperanza de incluir temas teológicos en sus escritos. "La marca comercial, fue entonces con Dios al principio, y a través de él todas las cosas llegaron a ser; ni una sóla cosa fue creada sin él". Así que ahí quedan las nobles ambiciones. Esperamos que Dios tenga sentido del humor.

O debería decir, esperemos que la marca comercial tenga sentido del humor.


Como os conté antes, mis dos preocupaciones al escribir, son "¿Qué es la realidad?" y "¿Qué constituye el humano auténtico?". Estos seguro que podeis ver ya que no he sido capaz de responder a la primera pregunta. Tengo una permanente intuición de que de alguna forma el mundo de la Biblia fuera literalmente un paisaje real pero velado, nunca cambiante, oculto a nuestra vista, pero disponible para nosotros a través de la revelación. Eso es todo lo que soy capaz de idear; una mezcla entre experiencia mística, razonamiento, y fé. Me gustaría aun así decir algo acerca de las características del auténtico humano; en esta búsqueda he tenido alguna respuesta más plausible que con la otra.

El humano auténtico es aquel de nosotros que sabe instintivamente lo que no debería hacer y que por añadidura se pondrá obstáculos para hacerlo. Se negará a hacerlo, incluso si esto le trae pavorosas consecuencias a ella y a quienes ama. Esta, para mí, es la característica heróica definitiva de la gente normal; dicen que no al tirano y con calma asumen las consecuencias de su resistencia. Sus hazañas pueden ser pequeñas, y casi siempre pasan inadvertidas, sin recoger por la historia. Sus nombres no se recuerdan, ni esperaban estos humanos auténticos que sus nombres se recordasen. Veo su autenticidad de una extraña manera: no en su disposición para llevar a cabo grandes hazañas heróicas, sino en sus negativas silenciosas. En esencia, no pueden ser forzados a ser lo que no son.

El poder de las realidades espúreas que nos golpean hoy -estas falsedades fabricadas deliberadamente-, nunca penetran hasta el corazón de los verdaderos seres humanos. Veo a los niños viendo la televisión, y primero tengo miedo de lo que les están enseñando, y después me doy cuenta, de que no se les puede corromper o destruir. Observan, escuchan, entienden, y entonces, donde y cuando es necesario, rechazan. Hay algo enormemente poderoso en la capacidad de un niño para resistirse a lo fraudulento. Un niño tiene la visión más clara, la mano más firme. Los vendedores sin escrúpulos, los promotores, están intentando atraer la lealtad de esta gente pequeña en vano. Cierto, las compañías de cereales pueden ser capaces de colocar grandes cantidades de desayunos basura; las cadenas de hamburguesas y perritos calientes pueden vender cantidades sin fin de comida rápida irreal a los niños, pero el corazón profundo late con firmeza, ni alcanzado ni entendido. Un niño de hoy puede detectar una mentira más rápido que el adulto más sabio hace dos décadas. Cuando quiero saber qué es verdad, pregunto a mis hijos. No me preguntan a mí; recurro a ellos.

Un día mientras mi hijo Christopher, que tiene cuatro años, estaba jugando frente a mí y a su madre, los dos adultos empezamos a discutir la figura de Jesús en los Evangelios Sinópticos. Christopher se giró hacia nosotros durante un instante y dijo, "soy un pescador. Pesco pescados". Estaba jugando con un farol de metal que alguien me había dado, y que nunca había usado,... y de pronto me di cuenta de que la linterna tenía forma de pez. Me pregunto qué pensamientos estaban siendo situados en el alma de mi pequeño niño en ese momento; y no por mercantes de cereales o traficantes de caramelos. "Soy un pescador, pesco pescados". Christopher, a los cuatro años, había encontrado el símbolo que yo no hallé hasta que tenía cuarenta y cinco años.

El tiempo se acelera, ¿y con qué fin? Quizá se nos dijo hace dos mil años. O quizá no fue hace tanto; quizá es una falsa ilusión que haya pasado tanto tiempo. Quizá fue hace una semana, o fue hoy, temprano. Quizá el tiempo no sólo se esté acelerando; quizá, de paso, vaya a terminar.

Y si lo hace, las atracciones en Disneylandia no van a volver a ser lo mismo otra vez. Porque cuando acabe el tiempo, los pájaros y los hipopótamos, y los leones y los ciervos en Disneylandia ya no serán simulaciones, y por primera vez, cantará un pájaro de verdad.

Gracias.


Texto tomado de:
http://www.13t.org/decondicionamiento/forum/leemas.php?p=1799&t=417


Imagen tomada de:
http://www.geocities.com/area51/crater/4909/ucdick.jpg