miércoles, 20 de junio de 2007

Kafka, Borges y las vueltas de la mente.


Por Alina Diaconú

Tanto el autor checo como el argentino han apelado a la mítica figura del laberinto para construir sus universos ficcionales. Aquí, la escritora se detiene en esta obsesión compartida que marca las obras de ambos creadores.


Siento una enorme felicidad de estar aquí, en Praga, esta ciudad donde, según Bohumil Hrabal, "el espíritu griego pervive no sólo en las fachadas de las casas, sino sobre todo en las mentes de sus habitantes". Y desde aquí quiero referirme, precisamente, a la mente y su laberinto.

Los pensamientos -productos de la mente- son nuestro laberinto, esa comarca que debemos atravesar y cuya salida estamos buscando permanentemente.

Los pensamientos son nuestro laberinto porque si no los ordenamos, si no los organizamos, si no los encaminamos hacia la acción, son el caos. Si no buscamos un centro, nos perdemos. No hay una salida fácil del intrincado enjambre de los pensamientos.

Sus juegos, sus desviaciones, las asociaciones permanentes de ideas nos alejan del centro, y también de la salida. Y esto ocurre en la vigilia, ocurre en nuestros sueños, y sobre todo en nuestras pesadillas. El orbe onírico suele tener las múltiples formas de un laberinto. Allí nos extraviamos, no encontramos lo que buscamos, el mundo que nos rodea es amenazante y no podemos deshacernos de la sensación de zozobra.

Estamos en el laberinto, el Minotauro nos acecha y hemos perdido el rumbo. En la vida diaria y en los torbellinos del insomnio, sólo el hilo del ovillo de Ariadna nos podría salvar de los vericuetos de la mente, indicándonos el camino de regreso, la meta salvadora.

Lo inquietante, cuando uno está en medio del laberinto, es saber que el ovillo puede terminarse y el hilo cortarse antes de hallar la salida... ¿Qué hacemos entonces? Además, cerca de nosotros, el monstruo está vivo aún.

A través del mito estamos hablando también del laberinto de la mente. Y advertimos que el laberinto está presente tanto en la obra de Kafka como en la de Borges. En el primero aparece de una manera implícita, elíptica; en Borges, de explícita y reiteradamente.

En lo formal, el sentido simbólico, emblemático del laberinto aparece en lo religioso y en lo esotérico. Su origen es pagano; se lo conoció en Egipto. Luego apareció en la mitología griega, que lo hizo famoso, en esa célebre historia que dice que el rey Minos de Creta le hizo construir a Dédalo un laberinto donde encerró al Minotauro. Teseo se salvó de las garras del monstruo y lo mató gracias al ovillo conductor que le había entregado Ariadna.

Borges escribió: "Yo soñaba hasta el agotamiento con un limpio, pequeño laberinto en cuyo centro estaba un ánfora, que mis manos casi tocaban, que mis ojos contemplaban, pero los senderos eran tan complicados como confusos, que se me hizo claro: moriría sin haber llegado jamás allí".

Kafka en cambio no habla del laberinto propiamente dicho, pero el laberinto está permanentemente presente en sus escritos como metáfora. Sus personajes están siempre anclados en el tiempo, sin poder avanzar, sin encontrar la salida de las situaciones ni hallar un centro.

Algunas de la historias kafkianas se le aparecieron al escritor en sus entrecortados sueños. Kafka se debatía entre el insomnio y la pesadilla.

En La metamorfosis, Gregorio Samsa queda prisionero de su repentino estado de animalidad. Así comienzan los suplicios de su laberinto doméstico y familiar.

En El castillo, el agrimensor K. ha sido llamado por los gobernantes de un castillo hacia el cual se dirigirá, pero en el cual nunca podrá entrar. Morirá antes de que los señores en cuestión lo reconozcan y lo reciban. El castillo se transforma en el centro de este laberinto, inalcanzable para el protagonista.

Sabemos que el oficinista Josef K. es el torturado personaje de El proceso, un proceso en el cual el hombre nunca sabrá de qué es acusado, y donde jamás aparecerán las caras de los jueces del tribunal que lo condena a muerte. En la película homónima que Orson Wells filmó sobre este libro los espacios por donde deambula Josef K. construyen la trama de un perfecto laberinto.

En uno de sus tantos prólogos, Borges escribió: "La más indiscutible virtud de Kafka es la invención de situaciones intolerables". Y es cierto: redactó sórdidas pesadillas. Pesadillas que tanto se parecen a lo que puede ser extraviarse en un laberinto.

Borges amó a Kafka y seguramente por eso lo tradujo. Lo calificó como "el gran escritor clásico de nuestro atormentado y extraño siglo".

Borges se inspiraba frecuentemente en sus sueños, y son numerosos los cuentos en los que el autor convierte casi todo en un laberinto: paisajes, ciudades, calles, casas y, desde ya, bibliotecas.

El jardín de senderos que se bifurcan es, desde el título, un homenaje al laberinto. El protagonista es bisnieto de Ts’ui Pen, que renunció a ser gobernador de Yunnan para escribir una novela y edificar un laberinto en el que se perdieran todos los hombres. "Pensé en un laberinto de laberintos -escribió Borges-, en un sinuoso laberinto creciente que abarcara el pasado y el porvenir, y que implicara de algún modo los astros."

Pero quizás el cuento de Borges más claramente paradigmático del laberinto sea La casa de Asterión, que reproduce el mito cretense visto desde el Minotauro, humanizado por Borges e identificado a través de su nombre propio, Asterión.

Hoy vivimos tiempos muy especiales. Los laberintos actuales ya no están dibujados en las catedrales. La mitología de nuestros días los ha convertido en enormes centros comerciales conocidos como shoppings, en los cuales nos perdemos todos en algún momento, hombres y mujeres.

Praga, cuna de alquimistas y cabalistas, es una ciudad de ensueño, con un alma antigua. Es por eso que esperamos encontrar las callejuelas de la ciudad vieja pobladas de presencias: las de Rilke, Meyrinck, Kafka y, por qué no, la de Borges, todos extraviados y unidos en ese extravío que es de por sí la literatura, esa búsqueda y esa aventura de la mente que no tienen fin.


Tomado de:http://www.lanacion.com.ar/Archivo/Nota.asp?nota_id=616767
Imagen-montaje de los rostros de Borges y Kafka tomado de: http://www.ucm.es/info/especulo/numero7/bor_kaf1.jpg
Más del tema: http://www.radio.cz/es/articulo/55133.

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