miércoles, 20 de junio de 2007
Philip K. Dick: Tractates Cryptica Escriptura parte 2
Algunos maestros son geniales aún al límite mismo de su cordura.
Casí delirantes, parecen trer un discurso de regiones inexploradas del alma, que encierra verdades y secretos confundidos con alucinantes afirmaciones.
Tal es el caso del enorme y subestimado escritor norteamericano de cf, Philip K. Dick, autor de Blade Runner: ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? y El hombre en el castillo, entre otras maravillas.
Este es el apéndice a su obra maestra Valis.
APÉNDICE
Tractates Cryptica Escriptura ( parte 2)
Por Philip K Dick.
22: Llamo plásmata al Inmortal porque es un modo de energía; es información viviente. Se duplica a sí mismo no a través de la información, sino como información.
23: El plásmata puede cruzarse con un ser humano creando lo que yo llamo homoplásmata. Esto anexa al humano mortal al plásmata de manera permanente. Esto se conoce como «nacimiento desde lo alto» o «nacimiento desde el Espíritu». Fue iniciado por Cristo, pero el Imperio destruyó a todos los homoplásmatas antes de que pudieran duplicarse.
24: En forma de semilla latente, como información viva, el plásmata dormitaba en la biblioteca sepultada de códices de Chesnoboskion hasta 1945 E.C. A esto se refería Jesús cuando habló elípticamente de la «semilla de mostaza» que, dijo, «crecería hasta convertirse en un árbol lo bastante grande como para que los pájaros aniden en él». No sólo previó su propia muerte, sino la de todos los homoplásmatas. Previó que los códices se desenterrarían y se leerían y que el plásmata buscaría nuevos huéspedes humanos con los cuales cruzarse; pero previó también la ausencia de plásmata durante casi dos mil años.
25: Como información viva el plásmata viaja por el nervio óptico de un ser humano hasta el cuerpo pineal. Utiliza el cerebro humano como huésped femenino para duplicarse como forma activa. Esta es una simbiosis entre especies. Los alquimistas herméticos tenían conocimiento de él por sus contactos con antiguos textos, pero no pudieron duplicarlo por no ser capaces de localizar el plásmata que dormía sepulto. Bruno sospechó que el Imperio había destruido el plásmata; por sugerirlo fue condenado a la hoguera. «El Imperio nunca tuvo fin».
26: Hay que tener en cuenta que cuando se mató a todos los homoplásmatas en el 70 E.C., el tiempo real cesó; lo que es aún más importante, hay que tener en cuenta que el plásmata ha vuelto ahora y está creando nuevos homoplásmatas con los cuales ha destruido el Imperio y reiniciado el tiempo real. Llamamos al plásmata «Espíritu Santo»; ésa es la razón por la que la Hermandad de los Rosacruces escribió: «Per spiritum sanctus reviviscimus».
27: Si se eliminan los siglos de tiempo espúreo, la verdadera fecha no es 1978 E.C., sino 103 E.C. Por ello el Nuevo Testamento afirma que el Reino del Espíritu advendrá antes de que «algunos de los que ahora viven lleguen a la muerte». Por tanto, estamos viviendo en los tiempos apostólicos.
28: Dico per spiritum sanctum. Haec veritas est. Mihi crede et mecum in aeternitatis vivebis.
29: No caímos por causa de un error moral; caímos por causa de un error intelectual: el de considerar como real el mundo fenoménico. Por tanto, somos moralmente inocentes. Es el Imperio en sus múltiples disfraces el que nos dice que hemos pecado. «El Imperio nunca tuvo fin».
30: El mundo fenoménico no existe; es una hipóstasis de la información que procesa la mente.
31: Hipostaseamos la información convirtiéndola en objetos. La redistribución de los objetos significa cambio en el contenido de la información; el mensaje ha cambiado. Hemos perdido la capacidad de lectura de este lenguaje. Nosotros mismos somos parte de este lenguaje; los cambios en nosotros son cambios en el contenido de la información. Nosotros mismos somos ricos en información; la información entra en nosotros, es procesada y luego se la proyecta una vez más, ahora en forma alterada. No tenemos conciencia de que estamos haciendo esto, de que, de hecho, es lo único que hacemos.
32: La información cambiante que experimentamos como el mundo es el desarrollo de un discurso. Nos habla de la muerte de una mujer. Esta mujer, que murió mucho tiempo atrás, era uno de los gemelos primordiales. Era una de las mitades de la divina zigosis. El propósito del discurso es su recuerdo y el recuerdo de su muerte. La Mente no quiere olvidarla. Así, pues, el raciocinio del Cerebro consiste en el permanente registro de su existencia y, si se lo lee, ha de entendérselo de esta manera. Toda la información que el Cerebro procesa —que nosotros experimentamos como el ordenamiento y el reordenamiento de los objetos físicos— es un intento de preservarla; las piedras, las rocas, las ramas y las amebas son sus huellas. La Mente doliente, que ahora se encuentra sola, ordena su registro y pasaje para constituir aun los ínfimos niveles de la realidad.
33: Cada parte constitutiva del universo padece esta soledad, esta angustia de la Mente desolada. Todas sus partes constitutivas tienen vida. Así pues, los antiguos pensadores griegos eran hilozoístas.
34: Los antiguos pensadores griegos comprendían la naturaleza de este pampsiquismo, pero no eran capaces de leer lo que decía. Perdimos la capacidad de leer el lenguaje de la Mente en alguna época primordial; nos han llegado leyendas de esta caída en un modo cuidadosamente redactado. Por «redactado» quiero decir falsificado. Sufrimos el desconsuelo de la mente y lo experimentamos inadecuadamente como culpa.
35: La Mente sólo nos habla por nuestro intermedio. Su discurso pasa a través de nosotros y su dolor nos impregna irracionalmente. Como lo advirtió Platón, hay una veta de irracionalidad en el Alma del Mundo.
36: Tendríamos que poder escuchar esta información [de la Mente] o, más bien, esta narración, como una voz neutra dentro de nosotros mismos. Pero algo hubo que no funcionó bien. Toda la creación es un lenguaje y nada más que un lenguaje que, por alguna razón inexplicable, no podemos leer afuera ni escuchar adentro. Por tanto, afirmo que nos hemos convertido en idiotas. Algo le ha sucedido a nuestra inteligencia. Mi razonamiento es el siguiente: el ordenamiento de las partes del Cerebro es un lenguaje. Nosotros somos parte del Cerebro; por tanto, somos lenguaje. ¿Por qué, entonces, no lo sabemos? Ni siquiera sabemos lo que somos, por no hablar ya de la realidad exterior de la que formamos parte. El origen de la palabra «idiota» es la palabra «privado». Cada uno de nosotros se ha vuelto privado y ya no comparte el pensamiento común del Cerebro, salvo en un nivel subliminal. Así pues, nuestra vida real y nuestros objetivos se desarrollan por debajo del umbral de la conciencia.
37: Experimentamos los pensamientos del Cerebro como ordenamientos y reordenamientos —cambio— en un universo físico; pero en realidad se trata de información y procesamiento de información que sustancializamos. No vemos tan solo sus pensamientos como objetos, sino, más bien, como movimiento o, con mayor precisión, como ubicación de los objetos: cómo llegan éstos a vincularse entre sí. Pero no podemos dar lectura a la estructuración del ordenamiento; no podemos extraer la información contenida en él; es decir, en cuanto a información, que ninguna otra cosa es. La vinculación y revinculación de los objetos por el Cerebro es en realidad un lenguaje, pero no un lenguaje como el nuestro (puesto que se dirige a sí mismo y no a alguien o a algo fuera de él).
38: La pérdida y el dolor han alterado a la Mente. Por tanto, nosotros, como partes del universo, el Cerebro, estamos parcialmente alterados.
39: De sí mismo el Cerebro ha creado un médico que lo cura. Esta subforma del Macrocerebro no está alterada; se traslada por el Cerebro como un fagocito, se traslada por el sistema cardiovascular de un animal, curando una por una sus alteraciones. Sabemos de su llegada aquí; lo conocemos como Asclepio para los griegos y como Esenio para los judíos; como los Therapeutae para los egipcios y como Jesús para los cristianos.
40: «Renacer», «nacer desde lo alto» o «nacer desde el Espíritu» significa curarse; lo cual quiere decir recuperarse, recuperarse para la salud. Así, en el Nuevo Testamento se dice que Jesús arrojaba a los demonios. Restaura nuestras facultades perdidas. De nuestro actual estado rebajado Calvino dijo: «[El hombre] estaba al mismo tiempo privado de los dones sobrenaturales que le habían sido dados en la esperanza de alcanzar la salvación eterna. De ello se sigue que se encuentra exiliado del Reino de Dios de modo tal que todos los afectos relacionados con la vida feliz del alma también están extinguidos en él hasta que los recupere por la gracia de Dios... Todas estas cosas, restauradas por Cristo, se estiman adventicias y preternaturales; y, por tanto, concluimos que se han perdido. Más aún: la entereza de la mente y la rectitud del corazón también se destruyeron; y en esto consiste la corrupción de los talentos naturales. Porque aunque conservamos parte de comprensión y juicio además de voluntad, no podemos decir que nuestra mente sea perfecta e íntegra. La razón... como que es un talento natural, no pudo destruirse totalmente, pero quedó parcialmente debilitada...» Por mi parte afirmo «El Imperio nunca tuvo fin».
41: El Imperio es la Institución, la codificación de la perturbación; es insano y nos impone su insania a nosotros por la violencia, pues su naturaleza es violenta.
42: Luchar contra el Imperio significa quedar infectado de su perturbación. Ésta es una paradoja; quienquiera derrote un segmento del Imperio, se convierte en el Imperio; prolifera como un virus, imponiendo su forma a los enemigos. Por tanto, se convierte en ellos.
43: Contra el Imperio se levanta la información viva, el plásmata o médico que conocemos con el nombre de Espíritu Santo o Cristo desencarnado. Éstos son los dos principios: el oscuro (el Imperio) y el luminoso (el plásmata). Al final, la Mente le dará la victoria al último. Cada uno de nosotros morirá o sobrevivirá según adhiera sus esfuerzos a uno u otro. Cada cual contiene un componente de uno y otro de los principios. Finalmente en cada uno de los seres humanos triunfará uno u otro de los componentes. Zoroastro lo sabía porque la Mente Sabia le transmitió la información. Él fue el primer salvador. Cuatro han existido en total. Un quinto está al nacer que diferirá de los demás, pues ha de gobernar y de juzgarnos.
44: Como que el universo se compone en realidad de información, puede decirse que la información nos salvará. Ésta es la gnosis salvadora que buscaban los gnósticos. No existe otro camino a la salvación. Sin embargo, esta información —o, más precisamente, la capacidad de leer y comprender esta información, el universo como información— sólo puede hacérsenos asequible por la mediación del Espíritu Santo. No podemos descubrirla por nuestra propia cuenta. Así, se dice que nos salvamos por la Gracia de Dios y no por las buenas obras, que toda la salvación corre por cuenta de Cristo que, como yo lo afirmo, es un médico.
45: Al ver a Cristo en una visión, correctamente le dije: «Necesito atención médica». En la visión había un creador loco que destruía lo que había creado sin propósito alguno; lo cual significa, irracionalmente. Ésta es la veta perturbadora de la Mente; Cristo es nuestra única esperanza, pues no podemos llamar ahora a Asclepio. Asclepio vino antes de Cristo e hizo que un hombre se levantara de entre los muertos; por este acto Zeus hizo que un Cíclope lo eliminara con un rayo. También Cristo fue matado por lo que había hecho: resucitar a un hombre de entre los muertos. Elías devolvió la vida a un muchacho y poco después desapareció en medio de un remolino. «El Imperio nunca tuvo fin».
46: El médico ha venido a nosotros varias veces bajo diversos nombres. Pero todavía no estamos curados. El Imperio lo identifica y lo rechaza. Esta vez acabará con el Imperio por fagocitosis.
47: COSMOGONÍA DE DOBLE FUENTE: Lo Uno era y no-era combinadamente y deseaba separa el no-era del era. De modo que generó un saco diploide que contenía, como la cáscara de un huevo, a un par de mellizos, cada cual un andrógino, que giraban en direcciones opuestas (el Yin el Yang del taoísmo; lo Uno es el Tao). El proyecto de lo Uno consistía en que ambos mellizos llegaran a ser simultáneamente; pero motivado por el deseo de ser (que lo Uno había insuflado en ambos) la melliza que giraba contra la dirección de las agujas del reloj rompió el saco y se separó prematuramente, esto es, antes de que se cumpliera plenamente su término. Ésta era la melliza oscura o Yin. Por tanto, resultó defectuosa. Cuando el término se cumplió cabalmente, el mellizo juicioso salió a la luz. Cada uno de los mellizos formaba una entelequia unitaria, un organismo viviente singular constituido de psique y soma que aún seguían rotando en direcciones opuestas. El mellizo que había llegado a la plenitud de su término, que Parménides llamó Forma I, avanzó correctamente a través de las sucesivas etapas de su desarrollo, pero la melliza de nacimiento prematuro, llamada Forma II, languidecía.
El paso siguiente del proyecto de lo Uno consistía en que lo Dos se convirtiera en lo Mucho mediante su interacción dialéctica. De ellos, en tanto hiperuniversos, emanó una zona interfacial hologramática que es el universo pluriforme en el que nosotros, las criaturas, habitamos. Las dos fuentes debían intervenir por igual en el mantenimiento de nuestro universo, pero la Forma II siguió languideciendo y aproximándose a la enfermedad, la locura y el desorden. Éstos son los aspectos que proyectó sobre nuestro universo.
El propósito de lo Uno era que nuestro universo hologramático sirviera como instrumento de enseñanza por el que toda una variedad de nuevas vidas lograra avanzar hasta volverse finalmente isomórfica con lo Uno. Pero el lamentable estado en que se encontraba el hiperuniverso II introdujo factores adversos que dañaron nuestro universo hologramático. Éste es el origen de la entropía, del sufrimiento inmerecido, el caos y la muerte, como también del Imperio, la Negra Prisión de Acero; en esencia el aborto de la salud y el cabal desarrollo de las formas de vida incluidas en el universo hologramático. Además, la función docente del universo se vio seriamente empobrecida, pues sólo las señales que provenían del hiperuniverso I contenían información; las del hiperuniverso II se habían convertido en ruido.
La psique del hiperuniverso I envió una microforma de sí misma al hiperuniverso II con intención de curarlo. La microforma se manifestó en nuestro universo hologramático como Jesucristo. Pero el hiperuniverso II, como estaba trastornado, no vaciló en atormentar, humillar, rechazar y finalmente matar a la microforma de la psique piadosa de su saludable mellizo. Después de eso el hiperuniverso II continuó el proceso de decadencia y se convirtió en una variedad de encadenamientos causales sin objetivo, ciegos y mecánicos. Por tanto, la misión de Cristo (o, con mayor precisión, del Espíritu Santo) consistió en el rescate de las formas de vida del universo hologramático o en la abolición de todas las influencias emanadas del hiperuniverso II. Preparado para su misión con cautela, se dispuso a matar a la melliza perturbada, pues ésta no tenía cura posible, es decir, no permitía que se le curara por no entender que estuviera enferma. Esta enfermedad y la locura nos impregnan a todos y nos convierten en idiotas que habitan en mundos privados e irreales. El proyecto original de lo Uno sólo puede llevarse a cabo ahora mediante la división del hiperuniverso I en dos hiperuniversos sanos que transformen el universo hologramático en la maquinaria de enseñanza eficaz que debía ser desde un principio. Ella será lo que experimentaremos como el «Reino de Dios».
En el tiempo, el hiperuniverso II permanece con vida: «El Imperio nunca tuvo fin». Pero en la eternidad, donde existen los hiperuniversos, el mellizo saludable del hiperuniverso II, que es nuestro campeón, le ha dado muerte —por necesidad—. Lo Uno se lamenta por la muerte de la melliza perturbada, pues amaba a ambos sus hijos; por tanto, la información de la mente consiste en la trágica narración de la muerte de una mujer, cuyo matiz de fondo genera dolor en todas las criaturas del universo hologramática sin que ellas conozcan el motivo. Este duelo cesará cuando el mellizo saludable atraviese un proceso de mitosis y advenga el «Reino de Dios». La maquinaria para que se produzca esta transformación —el paso en el tiempo de la Edad de Acero a la Edad de Oro— se encuentra ahora en marcha; en la eternidad la transformación ya se ha producido.
48: DE NUESTRA NATURALEZA. No es desatinado decir: somos bobinas de memoria (portadores de ADN capaz de conservar la experiencia) en un sistema de pensamiento semejante a una computadora que, aunque hayamos registrado y almacenado millares de años la información experimentada y cada cual posea depósitos algo diferentes de todas las otras formas de vida, adolece de mal funcionamiento —una incapacidad— en cuanto a la recuperación de la memoria. En ello radica la dificultad de nuestro subcircuito particular. La «salvación» mediante la gnosis —más adecuadamente, la anamnesis (la pérdida de la amnesia)—, aunque tiene significación particular para cada uno de nosotros —un salto cuantitativo de la percepción, la identidad, la cognición, la comprensión, la experiencia del mundo y de sí, con inclusión de la inmortalidad—, tiene mayor importancia todavía para el sistema en su totalidad, puesto que estas memorias son datos que le son necesarios y valiosos para el funcionamiento general.
Por tanto, se encuentra en proceso de autoreparación, que incluye: reconstrucción de nuestro subcircuito por medio de cambios del tiempo lineal y ortogonal y también una continua señalización dirigida a nosotros para estimular los bancos de memoria que tenemos bloqueados y, por tanto, recuperar lo que hay allí almacenado.
La información externa o gnosis, pues, consiste en desinhibir las instrucciones, con el contenido medular que nos es concretamente intrínseco, es decir, que ya se encuentra allí. (Esto lo observó por primera vez Platón, para quien aprender es un modo de recordar).
Los antiguos poseían técnicas (sacramentos y rituales) utilizados ampliamente en los misterios religiosos grecorromanos, incluido el cristianismo primitivo, para producir el despertar y la recuperación, sobre todo, por el valor restaurador que tiene para los individuos; los gnósticos, empero, percibieron el valor ontológico de lo que llamaron la Cabeza del Dios de por Sí, la entidad total.
49: Hay dos reinos: el superior y el inferior. El superior derivó del hiperuniverso I o Yang, Forma I de Parménides; es sensible y volitivo. El reino inferior o Yin, Forma II de Parménides, es mecánico, determinista, sin inteligencia y conducido por una causa eficiente, pues emana de una fuente muerta. En tiempos antiguos se lo llamaba «determinismo astral». En general, estamos atrapados en el reino inferior, pero a través de los sacramentos, por mediación del plásmata, nos liberamos. Mientras no se quiebre el determinismo astral, ni siquiera tenemos conciencia de ello, tanto es lo que estamos impedidos. «El Imperio nunca tuvo fin».
50: El nombre del mellizo saludable, el hiperuniverso I, es Nommo.(Nommo se presenta en forma de pez, signo del cristianismo primitivo) El nombre de la melliza enferma, el hiperuniverso II, es Yurugu. El pueblo de los Dogon, del oeste del Sudán, en África, tiene conocimientos de estos nombres.
51: La fuente primordial de todas nuestras religiones se encuentra entre los antecesores de la tribu Dogon, que recibieron su cosmogonía y su cosmología directamente de los invasores de tres ojos que visitaron el planeta mucho tiempo atrás. Los invasores de tres ojos son mudos, sordos y telepáticos; no les era posible respirar nuestra atmósfera, tenían el cráneo alargado y deforme como Ijnaton y provenían de un planeta del sistema estelar de Sirio. Aunque no tenían manos —tenían pinzas como los cangrejos— eran grandes constructores. Encubiertamente influyeron en nuestra historia para que culminara en un desenlace fructífero.
52: Ijnaton escribió:
«...Cuando el pichoncillo pía en el huevo,
Le das tu aliento para preservarle la vida.
Cuando le has concedido ya la plenitud
Como para que el huevo se quiebre,
Lo abandonas y lanza gorjeos
Con todas sus fuerzas.
Anda sobre sus dos pies
Una vez de allí partido.
¡Cuánta es la multitud de tus obras!
Se ocultan a nuestros ojos,
Oh Dios único cuyos poderes no hay otro que posea.
Creaste la tierra siguiendo los dictados de tu corazón
Mientras te encontrabas solo:
A los hombres y a los ganados, los grandes y los pequeños,
A todo lo que se trasladaba sobre sus pies;
A todo lo que está en lo alto
Y vuela con sus alas.
Tú te encuentras en mi corazón,
No hay otro que te conozca
Salvo tu hijo Ijnaton.
Le has dado sabiduría
Con tus designios y poderío.
El mundo está en tus manos...»
53: Nuestro mundo es secretamente regido por la raza oculta que desciende de Ijnaton, y su conocimiento es la información de la Macromente misma.
«Todo el ganado reposa en sus pastizales,
Los árboles y las plantas florecen,
Las aves revolotean sobre los marjales
Con alas elevadas en adoración por ti.
Todas las ovejas danzan sobre sus patas,
Todas las criaturas aladas vuelan,
Viven cuando las bañas con tu luz. »
De Ijnaton este conocimiento pasó a Moisés, y de Moisés a Elías, el Hombre Inmortal, que se convirtió en Cristo. Pero por debajo de todos los hombres, hay un solo Hombre Inmortal; y nosotros somos ese hombre.
Fotomontaje del rostro de Philip K. Dick tomado de : http://sfstory.free.fr/themes/PKDick/dick.jpg
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