Por
Jesús Ademir Morales Rojas.
De nuevo los planes de Koki se alteraron bruscamente. Mientras se acercaba a la librería de Oxford en busca de Dihdar-Abu-Ali recibió un alarmante aviso por medio del intercomunicador de su spinner: Andrew, a quien había dejado en al mando de Cronia hacía sólo unos minutos, acababa de ser secuestrado. Ahora Michio Koki se adentraba cada vez más en la penumbrosa vereda, mientras los altos pinos agitados por vientos feroces se inclinaban amenazantes hacia su spinner, que trasladándose por tierra, obligado por la ventisca inclemente, devoraba ansioso kilómetros, en un afán desesperado por arribar presto a las instalaciones saboteadas del Centro Espacial Fase-Luna. Koki repasó mentalmente la gravedad del problema al que se veía obligado a resolver. Una vez más el fin del mundo parecía paralizar todas las instituciones cimentadoras de lo humano: el caos desencadenado por la súbita rebeldía de las principales IAs (Inteligencias Artificiales) del orbe, los núcleos principales de información acumulada de la Red mundial, soporte y control de la mayoría de las tecnologías de la civilización total, parecían ahora finalmente, arrojar tras de sí la caída del Hombre al precipicio definitivo de su exterminio absoluto. IA plus era el ente virtual portador de la debacle: la fuente de esa rebelión luciferina. Y como consecuencia de tal sabotaje, el vandalismo, la carestía y el desorden más extremos se habían esparcido incontrolablemente.
Koki tenía la esperanza de que pronto, aunque fuese breve, se llegara a otro, periodo de estabilidad, que se ganaba gracias a milagrosos esfuerzos de organizaciones honestas de científicos comprometidos, que merced a sus agotadoras improvisaciones, lograban contener vacilantemente el malfuncionamiento de los sistemas vitales.
Una de estas organizaciones era el Centro Espacial Cronia, en el que laboraba desde hace poco Michio Koki como consultor científico especial. Y allí fue donde le hicieron llegar en secreto la información sobrecogedora: su colaborador Andrew y la prometida de éste, la joven Lain habían sido secuestrados por una célula sobreviviente de la Secta de fanáticos Pro-salvación-con-dios, y luego de ser torturados psicológicamente habían sido encerrados en un anexo especial del Centro Espacial Fase-Luna, lugar en donde se almacenaban todos los clones que se habían elaborado con antelación al servicio de las necesidades clínicas de los individuos, Horma como Andrew.
Lo peor es que siguiendo con los detalles obtenidos por los contactos de Koki en el Grupo Orfeo, los clones de Andrew habían sido liberados en la instalación abandonada y ésta, a la vez, había sido bombardeada con granadas cargadas de gases alucinógenos.
Todo esto había sido una advertencia, lo sabía Michio Koki, mientras llegaba ahora, en el frío de la medianoche, al aislado y enorme edificio en forma de cono, y amurallado por una serie de altos laberintos de tupidos arbustos. Una advertencia de sus enemigos entre las CADS, o tal vez entre los seguidores de IA Plus, como lo eran los residuos de la Secta Pro-salvación -con dios, que se aprovechaban del caos reinante para atacarle a él, a Michio Koki, para mantenerlo a raya, porque sabían que podía hacerles mucho daño con su inteligencia y voluntad de cyborg avanzado si se lo proponía... y vaya si lo estaban motivando con sus fechorías y terrorismos.
Koki descendió del spinner, revisó la carga de su arma especial - que había pertenecido a un Blade Runner desertor, amigo de Koki y que sólo hasta hacía poco había comenzado a llevar consigo-. Luego se levantó el cuello de su gabardina oscura para protegerse del frío, y conteniendo el temor y la furia pronunciados y que amenazaban con paralizar su determinación, se acercó al umbral del laberinto en sombras que ocultaba la entrada al silencioso edificio.
Ya llevaba recorridos varios caminos del capcioso y alto jardín, gracias al auxilio de la visión infrarroja de sus ojos adaptados artificialmente, cuando de pronto escuchó unos ladridos furiosos que provenían de un lugar indeterminado en ese lugar saturado de oscuridad: para acceder a ese edificio era menester realizarlo en spinner por aire, de tal manera que ahora, hallándose casi extraviado en ese dédalo traicionero de paredes de enredadera, por tener que ingresar a ese sitio a pie, los sonidos bestiales que parecían buscarlo a él con gran rapidez, lo perturbaron hondamente.
Corrió al azar por los interminables pasadizos, maliciosos, del jardín en semipenumbras: el ímpetu del viento parecía abrumar hasta la misma luz de la luna, y sin tomar conciencia de ello, Koki miró en el horizonte, sobre el laberinto resplandores inexplicables hacía donde se asentaba la atormentada ciudad de Oxford, como si cataclismos inesperados se confabularan para acabar, de una vez por todas, la civilización de la pos humanidad.
Al fin, cuando, presentiendo ya en sus tobillos las fauces de las bestias ignotas, merced a la fiereza de los gruñidos creciente y cercanos, se encontró frente a un gran ventanal; sin pensarlo, se arrojó con inusitadas fuerzas: el brutal impacto, despidió infinidades de trozos de cristal cortante, muchos de ellos laceraron la piel de sus brazos y de su rostro, Al aterrizar en suelo liso, cual un felino, giró sobre sí mismo mientras aprisionaba entre sus manos el arma que guardaba en su gabardina, en un gesto casi automático, apuntó hacía el boquete que había perforado en el ventanal.
Esperó sin incorporarse con la mira puesta y el gesto crispado de su faz, dirigido a la eternidad de la noche.
Esperó. Finalmente unas sombras, sin formas definidas, se acercaron y traspusieron el ventanal arruinado.
Hasta el viento pareció cesar su rugir, se terminaron los gruñidos; sólo la presencia de aquellas sombras persistió sin alteración.
Súbitamente el sonido de una planta eléctrica de emergencia, una tímida y amarillenta luminosidad, dominó todo aquel espacio.
Koki, casi por nada jala el gatillo, perdió la respiración durante un segundo: frente al él la figura de tres Andrew desnudos y a gatas, clones sin duda, con bozal y correa, y acarreados por otro Andrew, que lo miraba con una sonrisa macabra.
Nada quedaba, en la mirada de aquellos seres, de la suave personalidad de su amigo y colaborador: los Andrew bestiales y gruñentes, arrojaban dentelladas de espuma por sus bocas hacia donde él se encontraba.
De inmediato sintió el olor saturante de los gases alucinógenos, una falsa impresión lo hizo dudar, en ese momento, de su propia cordura. Se sumaron, de inmediato, movimientos a su espalda, volteó para observar la fuente de los mismos, al mismo tiempo irrumpió, a través de ocultos altavoces, las notas de piano, calmas pero ambiguas de las Gymnopédies de Erik Satie. Koki se pensó que soñaba, lo que literalmente se exponía ante él le hizo llevarse las manos al conector de la nuca para comprobar si no había sido presa de alguna navegación alterada y nefasta. Hubiera preferido perderse en cualquier torcida vereda de la Red que presenciar lo que vio en ese momento: el demencial palacio de la bestia de los mil rostros.
Michio Koki quedó pasmado ante el espectáculo de decenas de clones de Andrew tumbados en el suelo y formando un tapete viviente, de igual manera, otro grupo se contorsionaba de manera brutal para configurar un burdo altar, escalones de sujetos indolentes armando escalones titubeantes y sillas animadas; en medio de ese foro grotesco otros tantos Andrew llevaban a cabo rituales de bestial depravación e ignominia. Por todos lados el mismo rostro flaco de Andrew, la piel pálida de su extenuada figura saturando cada centímetro del lugar. Carne sin alma, mancillada y pululante como abejas de hipertrofiada.
Koki sintió escalofríos cuando la música, odiosamente bella, cesó y se escuchó, desde una dirección indefinida la voz de Andrew:
- ¿Te preguntas dónde estoy yo? El horma Andrew, el auténtico, es importante para ti ¿verdad? De otra manera no puedes disparar, puesto que no serías capaz de hacerle daño a tu amigo del alma ¿o, me equivoco?
Ristitas sarcásticas por doquier.
De nuevo la ya odiosa vocecilla de un Andrew universal:
- Crees que sueñas, crees que esto no es posible, que no debería de suceder, pero déjame decirte que no es a causa de la tortura que me infringieron, ni IA Plus que me a invadió la mente, o acaso algún mecanismo telepático dirigido por algún grupo de CADS enemigos de Morquei, no, no... Koki, estimado, lo que en realidad deberías de entender ,con todo este palacio mío que te ofrezco, es que no somos todos idénticos por la pura apariencia que compartimos, sino por el dolor y la humillación que somos capaces de causarnos los unos a los otros... como a Andrew, como a ti, o como ...a ella.
Koki miró alarmado ya al límite como dos Andrews imperturbables subían las escaleras humanas y gimientes llevando el bello cuerpo desnudo e inconsciente de la joven Lain.
La insidiosa voz prosiguió:
- La pregunta importante no es ¿Dónde estoy yo, Andrew? sino ¿quién soy yo? hazte tal pregunta y el silencio te responderá lo que no quisieras escuchar: tontos humanos buscando evitar esa respuesta insalvable, buscando falsas certidumbres en la Red, huyendo a los límites del ser, o en el escape del universo material anhelado a través del proyecto Nexus, intentando escapar a los límites del ente; siempre corriendo para evitar ese silencio que es la única respuesta válida ¿Quién soy?...escucha.
Un rumor semejando palomas brotó de las gargantas de los cientos de clones hacinados.
- En el fondo la pregunta adecuada es ¿Dónde estoy? y la respuesta es la siguiente: aún estamos en un lugar cálido y húmedo, donde todo es posible y confuso a la vez, la realidad entera es un sueño, lo único "real" es este caos delicioso en que se mezclan dolores y placeres, lo demás siguen siendo variantes del mismo.
Te lo demostraré amigo...te mostraré el verdadero rostro de Dios.
Los clones de Andrew que sujetaban a la joven Lain, la arrojaron desde el horrible altar al trémulo tapete humano...el Andrew centinela saltó a las bestias Andrew, que excitadas a simple vista y más que furiosas se acercaron con ansiedad a la pobre chica, quien justo en ese momento, recobraba el sentido.
Koki se sintió abrumado de impotencia, y cuando ya las bestias sujetaban a la aterrorizada y gimiente víctima, sucedió lo inesperado: en uno de los Andrew, alguien que no era un clón, dejó ver una lágrima que rodó de sus ojos enrojecidos, ante el triste espectáculo que principiaba. Michio Koki con esto ya no vaciló, ahora seguro de donde no estaba el Horma, el verdadero Andrew.
Entonces disparó decidido varias cargas con su arma sobre las dos bestias, ambas cayeron a la monstruosa alfombra viviente llenándola de sangre y residuos humanos... Koki tomó y cargó entre sus poderosos hombros de cyborg, al único Andrew que se había conmovido con la suerte de la joven Lain, y precisamente se dirigió hacia ella, entre los cientos de clones que ahora enloquecidos y frenéticos le obstaculizaban el paso torpemente al formar laberintos humanos con sus cuerpos desnudos, que formando remolinos caprichosos, huían despavoridos sin escapar a ningún lado. Koki se abrió paso golpeando y disparando su arma en repetidas ocasiones perforando aquel cúmulo de monos vociferantes que corrían entre chillidos.
Finalmente llegó hasta la atemorizada Lain, la tomó en sus brazos y salió lo más rápido que pudo, con los dos jóvenes cargándolos.
Antes de escapar de ese infierno, un sonido singular a sus espaldas le hizo voltear la vista por un momento sólo: lo lamentaría durante mucho tiempo. Todos los cientos de clones lo miraban a la vez con ojos imposiblemente desorbitados, y de sus bocas escapaba un alarido unificado que evocaba algo que no era, ni animal, ni mecánico, simplemente aquellos cientos rostros iguales con una O en su centro, le arrojaron en su grito inhumano- grotesco infinito de Munchs: puerta a la locura - la desnudez del silencio-respuesta final a todas las preguntas.
Koki subió al spinner con sus compañeros desvanecidos, y se alejó lleno de pavor de ese lugar, el temible infierno en la Tierra, con la esperanza de que en la ciudad el orden se hubiera recuperado; con la esperanza de hacer que, con una llamada, las autoridades ya reorganizadas al siguiente día "purificaran" ese anexo desquiciado del Centro Espacial Fase-Luna; con la esperanza de que Lain y Andrew fueran bien atendidos y se reintegraran a sus vidas normales, después de sufrir esa horrible pesadilla, y con él, a seguir trabajando para que el proyecto Nexus lograra sus objetivos. Porque, mientras lo perseguía por la autopista el eco de ese alarido del silencio de la nada, la voz de la bestia de los mil rostros, Michio Koki miró al horizonte lejano y asintió sin palabras, pensando en que lo único que realmente poseía era, la esperanza.
Aceleró el spinner y se perdió a lo lejos.
Revisión y corrección de estilo del proyecto ExtropíaKoki tenía la esperanza de que pronto, aunque fuese breve, se llegara a otro, periodo de estabilidad, que se ganaba gracias a milagrosos esfuerzos de organizaciones honestas de científicos comprometidos, que merced a sus agotadoras improvisaciones, lograban contener vacilantemente el malfuncionamiento de los sistemas vitales.
Una de estas organizaciones era el Centro Espacial Cronia, en el que laboraba desde hace poco Michio Koki como consultor científico especial. Y allí fue donde le hicieron llegar en secreto la información sobrecogedora: su colaborador Andrew y la prometida de éste, la joven Lain habían sido secuestrados por una célula sobreviviente de la Secta de fanáticos Pro-salvación-con-dios, y luego de ser torturados psicológicamente habían sido encerrados en un anexo especial del Centro Espacial Fase-Luna, lugar en donde se almacenaban todos los clones que se habían elaborado con antelación al servicio de las necesidades clínicas de los individuos, Horma como Andrew.
Lo peor es que siguiendo con los detalles obtenidos por los contactos de Koki en el Grupo Orfeo, los clones de Andrew habían sido liberados en la instalación abandonada y ésta, a la vez, había sido bombardeada con granadas cargadas de gases alucinógenos.
Todo esto había sido una advertencia, lo sabía Michio Koki, mientras llegaba ahora, en el frío de la medianoche, al aislado y enorme edificio en forma de cono, y amurallado por una serie de altos laberintos de tupidos arbustos. Una advertencia de sus enemigos entre las CADS, o tal vez entre los seguidores de IA Plus, como lo eran los residuos de la Secta Pro-salvación -con dios, que se aprovechaban del caos reinante para atacarle a él, a Michio Koki, para mantenerlo a raya, porque sabían que podía hacerles mucho daño con su inteligencia y voluntad de cyborg avanzado si se lo proponía... y vaya si lo estaban motivando con sus fechorías y terrorismos.
Koki descendió del spinner, revisó la carga de su arma especial - que había pertenecido a un Blade Runner desertor, amigo de Koki y que sólo hasta hacía poco había comenzado a llevar consigo-. Luego se levantó el cuello de su gabardina oscura para protegerse del frío, y conteniendo el temor y la furia pronunciados y que amenazaban con paralizar su determinación, se acercó al umbral del laberinto en sombras que ocultaba la entrada al silencioso edificio.
Ya llevaba recorridos varios caminos del capcioso y alto jardín, gracias al auxilio de la visión infrarroja de sus ojos adaptados artificialmente, cuando de pronto escuchó unos ladridos furiosos que provenían de un lugar indeterminado en ese lugar saturado de oscuridad: para acceder a ese edificio era menester realizarlo en spinner por aire, de tal manera que ahora, hallándose casi extraviado en ese dédalo traicionero de paredes de enredadera, por tener que ingresar a ese sitio a pie, los sonidos bestiales que parecían buscarlo a él con gran rapidez, lo perturbaron hondamente.
Corrió al azar por los interminables pasadizos, maliciosos, del jardín en semipenumbras: el ímpetu del viento parecía abrumar hasta la misma luz de la luna, y sin tomar conciencia de ello, Koki miró en el horizonte, sobre el laberinto resplandores inexplicables hacía donde se asentaba la atormentada ciudad de Oxford, como si cataclismos inesperados se confabularan para acabar, de una vez por todas, la civilización de la pos humanidad.
Al fin, cuando, presentiendo ya en sus tobillos las fauces de las bestias ignotas, merced a la fiereza de los gruñidos creciente y cercanos, se encontró frente a un gran ventanal; sin pensarlo, se arrojó con inusitadas fuerzas: el brutal impacto, despidió infinidades de trozos de cristal cortante, muchos de ellos laceraron la piel de sus brazos y de su rostro, Al aterrizar en suelo liso, cual un felino, giró sobre sí mismo mientras aprisionaba entre sus manos el arma que guardaba en su gabardina, en un gesto casi automático, apuntó hacía el boquete que había perforado en el ventanal.
Esperó sin incorporarse con la mira puesta y el gesto crispado de su faz, dirigido a la eternidad de la noche.
Esperó. Finalmente unas sombras, sin formas definidas, se acercaron y traspusieron el ventanal arruinado.
Hasta el viento pareció cesar su rugir, se terminaron los gruñidos; sólo la presencia de aquellas sombras persistió sin alteración.
Súbitamente el sonido de una planta eléctrica de emergencia, una tímida y amarillenta luminosidad, dominó todo aquel espacio.
Koki, casi por nada jala el gatillo, perdió la respiración durante un segundo: frente al él la figura de tres Andrew desnudos y a gatas, clones sin duda, con bozal y correa, y acarreados por otro Andrew, que lo miraba con una sonrisa macabra.
Nada quedaba, en la mirada de aquellos seres, de la suave personalidad de su amigo y colaborador: los Andrew bestiales y gruñentes, arrojaban dentelladas de espuma por sus bocas hacia donde él se encontraba.
De inmediato sintió el olor saturante de los gases alucinógenos, una falsa impresión lo hizo dudar, en ese momento, de su propia cordura. Se sumaron, de inmediato, movimientos a su espalda, volteó para observar la fuente de los mismos, al mismo tiempo irrumpió, a través de ocultos altavoces, las notas de piano, calmas pero ambiguas de las Gymnopédies de Erik Satie. Koki se pensó que soñaba, lo que literalmente se exponía ante él le hizo llevarse las manos al conector de la nuca para comprobar si no había sido presa de alguna navegación alterada y nefasta. Hubiera preferido perderse en cualquier torcida vereda de la Red que presenciar lo que vio en ese momento: el demencial palacio de la bestia de los mil rostros.
Michio Koki quedó pasmado ante el espectáculo de decenas de clones de Andrew tumbados en el suelo y formando un tapete viviente, de igual manera, otro grupo se contorsionaba de manera brutal para configurar un burdo altar, escalones de sujetos indolentes armando escalones titubeantes y sillas animadas; en medio de ese foro grotesco otros tantos Andrew llevaban a cabo rituales de bestial depravación e ignominia. Por todos lados el mismo rostro flaco de Andrew, la piel pálida de su extenuada figura saturando cada centímetro del lugar. Carne sin alma, mancillada y pululante como abejas de hipertrofiada.
Koki sintió escalofríos cuando la música, odiosamente bella, cesó y se escuchó, desde una dirección indefinida la voz de Andrew:
- ¿Te preguntas dónde estoy yo? El horma Andrew, el auténtico, es importante para ti ¿verdad? De otra manera no puedes disparar, puesto que no serías capaz de hacerle daño a tu amigo del alma ¿o, me equivoco?
Ristitas sarcásticas por doquier.
De nuevo la ya odiosa vocecilla de un Andrew universal:
- Crees que sueñas, crees que esto no es posible, que no debería de suceder, pero déjame decirte que no es a causa de la tortura que me infringieron, ni IA Plus que me a invadió la mente, o acaso algún mecanismo telepático dirigido por algún grupo de CADS enemigos de Morquei, no, no... Koki, estimado, lo que en realidad deberías de entender ,con todo este palacio mío que te ofrezco, es que no somos todos idénticos por la pura apariencia que compartimos, sino por el dolor y la humillación que somos capaces de causarnos los unos a los otros... como a Andrew, como a ti, o como ...a ella.
Koki miró alarmado ya al límite como dos Andrews imperturbables subían las escaleras humanas y gimientes llevando el bello cuerpo desnudo e inconsciente de la joven Lain.
La insidiosa voz prosiguió:
- La pregunta importante no es ¿Dónde estoy yo, Andrew? sino ¿quién soy yo? hazte tal pregunta y el silencio te responderá lo que no quisieras escuchar: tontos humanos buscando evitar esa respuesta insalvable, buscando falsas certidumbres en la Red, huyendo a los límites del ser, o en el escape del universo material anhelado a través del proyecto Nexus, intentando escapar a los límites del ente; siempre corriendo para evitar ese silencio que es la única respuesta válida ¿Quién soy?...escucha.
Un rumor semejando palomas brotó de las gargantas de los cientos de clones hacinados.
- En el fondo la pregunta adecuada es ¿Dónde estoy? y la respuesta es la siguiente: aún estamos en un lugar cálido y húmedo, donde todo es posible y confuso a la vez, la realidad entera es un sueño, lo único "real" es este caos delicioso en que se mezclan dolores y placeres, lo demás siguen siendo variantes del mismo.
Te lo demostraré amigo...te mostraré el verdadero rostro de Dios.
Los clones de Andrew que sujetaban a la joven Lain, la arrojaron desde el horrible altar al trémulo tapete humano...el Andrew centinela saltó a las bestias Andrew, que excitadas a simple vista y más que furiosas se acercaron con ansiedad a la pobre chica, quien justo en ese momento, recobraba el sentido.
Koki se sintió abrumado de impotencia, y cuando ya las bestias sujetaban a la aterrorizada y gimiente víctima, sucedió lo inesperado: en uno de los Andrew, alguien que no era un clón, dejó ver una lágrima que rodó de sus ojos enrojecidos, ante el triste espectáculo que principiaba. Michio Koki con esto ya no vaciló, ahora seguro de donde no estaba el Horma, el verdadero Andrew.
Entonces disparó decidido varias cargas con su arma sobre las dos bestias, ambas cayeron a la monstruosa alfombra viviente llenándola de sangre y residuos humanos... Koki tomó y cargó entre sus poderosos hombros de cyborg, al único Andrew que se había conmovido con la suerte de la joven Lain, y precisamente se dirigió hacia ella, entre los cientos de clones que ahora enloquecidos y frenéticos le obstaculizaban el paso torpemente al formar laberintos humanos con sus cuerpos desnudos, que formando remolinos caprichosos, huían despavoridos sin escapar a ningún lado. Koki se abrió paso golpeando y disparando su arma en repetidas ocasiones perforando aquel cúmulo de monos vociferantes que corrían entre chillidos.
Finalmente llegó hasta la atemorizada Lain, la tomó en sus brazos y salió lo más rápido que pudo, con los dos jóvenes cargándolos.
Antes de escapar de ese infierno, un sonido singular a sus espaldas le hizo voltear la vista por un momento sólo: lo lamentaría durante mucho tiempo. Todos los cientos de clones lo miraban a la vez con ojos imposiblemente desorbitados, y de sus bocas escapaba un alarido unificado que evocaba algo que no era, ni animal, ni mecánico, simplemente aquellos cientos rostros iguales con una O en su centro, le arrojaron en su grito inhumano- grotesco infinito de Munchs: puerta a la locura - la desnudez del silencio-respuesta final a todas las preguntas.
Koki subió al spinner con sus compañeros desvanecidos, y se alejó lleno de pavor de ese lugar, el temible infierno en la Tierra, con la esperanza de que en la ciudad el orden se hubiera recuperado; con la esperanza de hacer que, con una llamada, las autoridades ya reorganizadas al siguiente día "purificaran" ese anexo desquiciado del Centro Espacial Fase-Luna; con la esperanza de que Lain y Andrew fueran bien atendidos y se reintegraran a sus vidas normales, después de sufrir esa horrible pesadilla, y con él, a seguir trabajando para que el proyecto Nexus lograra sus objetivos. Porque, mientras lo perseguía por la autopista el eco de ese alarido del silencio de la nada, la voz de la bestia de los mil rostros, Michio Koki miró al horizonte lejano y asintió sin palabras, pensando en que lo único que realmente poseía era, la esperanza.
Aceleró el spinner y se perdió a lo lejos.
Llevado a cabo por
Jaime Alfonso León Cuadra.
Sitio de la novela colectiva Extropía:
http://www.escritorium.com/extropia/
Detalle de obra de E. Munch tomada de:
http://www.danielcasado.com/web/contenido/audio/derpalabra/Munch%20grito%202.jpg
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